lunes, 4 de febrero de 2013

Washington militariza lucha contra las drogas


Martha Mendoza | AP
Miami
Los tripulantes del barco USS Underwood vigilan con sus lentes de visión nocturna y detectan una lancha arrojando paquetes por la borda. Clarissa Carpio, una oficial de la Guardia Costera de Estados Unidos, prepara su ametralladora y se monta en una lancha junto con dos colegas y cuatro marineros sin armas. 
Oriunda de San Francisco y con 23 años de edad, Carpio está lista para el combate. Es su primera misión en el exterior, pero fue entrenada precisamente para la lucha antidrogas.
El despliegue es evidencia de que Estados Unidos está militarizando la lucha contra los carteles de la droga en Latinoamérica, en su más costosa iniciativa en la región desde el fin de la Guerra Fría. Ha gastado más de 20.000 millones de dólares en ello en la última década.
Tropas del Ejército, la Fuerza Aérea, la Armada y la Guardia Costera están siendo empleadas para perseguir, detectar y capturar a contrabandistas de drogas.
La sofisticación y la violencia de los carteles es tal que los militares estadounidenses entrenan no sólo a las fuerzas del orden de países latinoamericanos sino también a sus fuerzas armadas, con costosos equipos, radares, aviones, barcos, aeropuertos y bases de abastecimiento, todo con el fin de detener el flujo de drogas que va de Sudamérica hacia Estados Unidos.
Según fuentes del Pentágono y del Departamento de Estado, la lucha contra las drogas se ha convertido en un asunto de seguridad nacional porque los narcóticos conllevan plagas como la corrupción, el daño a las democracias y el terrorismo.
Resultados
El director antidrogas estadounidense, Gil Kerlikowske, dice que la estrategia está dando frutos, y señala como prueba la sustancial disminución de la violencia y producción de cocaína en Colombia.

“Los resultados han sido históricos y han tenido grandes implicaciones, no sólo para Estados Unidos y el Hemisferio Occidental sino para el mundo entero”, dijo Kerlikowske en una conferencia el año pasado.
La AP revisó documentos sobre exportaciones de armas, contratos militares, cifras de ayuda militar y de maniobras armadas en la región, detectando una estrategia de guerra que se inició en Colombia, se trasladó a México y es ahora enfocada en Centroamérica, donde los brutales criminales son el símbolo de un enemigo a quien no le importa la ideología sino el dinero.  
CAMBIOS DRÁSTICOS EN UNA SOLA DÉCADA
EEUU autorizó la venta de 2.800 millones de dólares en fusiles, satélites, equipos de radar y gases lacrimógenos a países del Hemisferio Occidental en el 2011, una cifra sin precedentes y cuatro veces lo que era 10 años atrás. En esa misma década, los contratos de defensa aumentaron de 119 millones de dólares a 629 millones, para financiar una amplia gama de equipos como cascos a prueba de bala para el ejército mexicano y pistas de aterrizaje en Aruba.

El año pasado 830 millones de dólares - casi 9 de cada 10 dólares en ayuda policial y militar enviada a la región - fueron para la lucha antidrogas, un aumento de 30% en una década. Muchas fuentes en las agencias de la ley aplauden la nueva estrategia, pero otros opinan que militarizar la lucha en una región de frágiles democracias e instituciones corruptas podría agravar la inestabilidad política son hacer mella en una industria que produce 320.000 millones de dólares anuales.

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