sábado, 19 de septiembre de 2015

El 44.9% de hogares de clase media y el 10.3% de pobres tienen inversores

SANTO DOMINGO. Si existe una forma de medir el desamparo histórico en que se sienten los usuarios en República Dominicana del servicio público de electricidad, esta debe ser la cantidad de inversores en los hogares, como antes eran las de ruidosas plantas eléctricas o el todavía uso de velas incendiarias en los hogares más pobres.
Un estudio del Banco Mundial denomina como “conducta adaptativa” a la compulsión social en República Dominicana de depender de los generadores domésticos de electricidad. Y esta se extiende a “los pozos cavados para conseguir agua corriente en el hogar” y “al uso de empresas privadas para informar sobre accidentes de tránsitos, en lugar de hacerlo en la comisaría de policía”, entre otras acciones producto de la desesperación.
En el país, 1,423,391 hogares tiene un inversor eléctrico como respaldo para enfrentar los apagones, según las encuestas Nacional de Fuerza de Trabajo, del Banco Central correspondiente al 2014.
Para el 2010, los resultados del IX Censo Nacional de Población y Vivienda revelan que 618,988 hogares tenían inversores, equivalente al 23.17% del total.
En contraste, según el Censo, 2,003,849 hogares no disponían de esa fuente de respaldo.
Según el estudio “La movilidad económica y el crecimiento de la clase media en América Latina” (2013) del Banco Mundial, la necesidad de cargar las baterías de los inversores representa el 63% del consumo promedio de electricidad de un hogar de ingresos medios (que consume 453 kilovatios hora al mes). Además, aproximadamente 246 gigavatios horas al mes se consumen solo para alimentar la capacidad privada de autogeneración.
Esto representa un costo de oportunidad para los consumidores que pagan cerca de US$240 millones de su factura anual de electricidad “para mantener funcionando a los inversores”.
Los datos disponibles al 2010, incluido en el estudio, revelan que 44.9% de los hogares de clase media en República Dominicana tienen inversores. En el caso de la clase alta, este porcentaje se elevaba a 61.2%. Y de hecho, porcentajes de hogares “vulnerables”, pobres y hasta en “extrema pobreza” eran propietarios de inversores.
El informe del BC cita un estudio de Sánchez y Senderowitsch (2011) que estima que el 6% de los hogares en extremas pobreza tenían inversores, mientras que el 10.3% y el 20.1% de los pobres y vulnerables, respectivamente, también eran propietarios.
¿Una explicación?...Que tal vez la desesperación lo puede todo.

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