jueves, 6 de noviembre de 2014

"Boyhood": una película visionaria de 12 años filmación

El director estadounidense, Richard Linklater, realizó el rodaje de "Boyhood"durante doce años con los mismos actores. Sí, 12 años. Filmando de forma intermitente una vez por año. Y es quizás por ese hecho que, sin ser grandilocuente, entrega una visión profunda y realista sobre el registro del tiempo de los personajes que están frente a la cámara - algo nunca antes visto en la historia del cine.
Y se podría decir que se las juega, porque ha creado un nuevo tipo de cine que, más que ser un experimento que modifica las reglas del intervalo del plano, es una hazaña totalmente catártica, donde la cámara es el único narrador omnisciente que divide la delgada línea entre el tiempo de la ficción y el tiempo de la realidad.  Y siempre nos tiene pensando.
Es por eso que es un film ambicioso que, siendo consecuente en ocasiones, siempre atina un nuevo ritmo narrativo. Así, captura la vida de Mason (Ellar Coltrane) desde que es un niño risueño de seis años de edad, hasta que se convierte en un adolescente introspectivo de 18 años.
Con el paso de las temporadas, vemos como Mason se desenvuelve con su hermana, Samantha (Lorelei Linklater, hija del director), y sus padres separados, Mason (Ethan Hawke) y Olivia (Patricia Arquette); el retrato de la típica familia norteamericana que busca sueños perdidos y se mantiene unida a pesar de los estereotipos hogareños.
Los diálogos de estos personajes se sienten filosóficos y auténticos, y la fluidez de las escenas son acogedoras sin la necesidad de acrecentar el realismo de la puesta en escena. Eso se debe a que las actuaciones son demasiado precisas para dejar escapar los detalles.
En ese caso, Linklater no proporciona coordenadas entre los canjes de segmentos de las elipsis; solo nos damos cuenta por la metamorfosis que sufren los actores cuando van avejentándose con el avance de los años junto a los cambios sociales, los aspectos técnicos, los acontecimientos históricos, y hasta las referencias de la cultura estadounidense de la última década.
Y por ahí dicen que recordar es vivir, perola fastuosidad de Boyhoodnos dice que vivir es recordar. Los instantes nos pasan por delante sin ni siquiera darnos cuenta de que el mañana ya pasó. No se recupera. Está en el ayer porque perpetuamente vivimos el ahora. Y ese tiempo es un punto que va y viene. No hay segundos chances para apreciar los buenos momentos que la vida arrastra en el presente.
Las emociones de este film son tan altas que es imposible no sentir nostalgia ni identificarse con la similitud de nuestras propias vidas. Linklater prueba que el cine es más que una proyección en la pantalla; que es una simbiosis que emula nuestra existencia y la transforma. Sin duda, es la mejor película del año. 
www.cinefionados.com
EL AUTOR es crítico de cine, dibujante, escritor y analista. Reside en Santo Domingo

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