jueves, 26 de junio de 2014
Talento local e internacional en “Quiero ser fiel”
El nuevo film Dominicano cuenta con un guión multipremiado de Leonardo De León
SD. Uno de los géneros más recurridos en el cine es la comedia romántica, por ello no es fácil encontrar un argumento original. En el mundo de la narrativa, lo que abre la puerta a cualquier escritor es el punto de vista novedoso, aquello que hace único a un relato. Es lo que ha ocurrido con el guión de esta película, el cual antes de filmarse obtuvo premios internacionales que hicieron posible su realización. Ya en su título, el filme expresa la intención de hacerse cargo de un tema de carácter universal: la infidelidad masculina.
El escritor seducido
Alberto es un empresario que en su vida cotidiana vende repuestos para carros, pero en realidad sueña con ser escritor. Un importante editor le encarga escribir acerca del por qué los hombres son infieles, un trabajo difícil que podría darle fama y dinero. Pero el tema es complejo e imposible de escribir desde la teoría, de modo que Alberto es seducido, más que por una mujer en particular, por su propia curiosidad. Con ello pone en riesgo su matrimonio y su felicidad.
Los personajes
Alberto es interpretado por el actor mexicano Valentino Lanús, quien viene de la televisión, y este es su primer largometraje. Su desempeño es adecuado en general, sin embargo, genera más compasión que empatía heroica. Los actores de soporte tratan de aportar chispa, pero no alcanzan a generar la complicidad necesaria para hacer del todo jocosa la puesta en escena. Algo similar ocurre con la actriz Sandra Echeverría, también mexicana, a cargo de Sara, la esposa de Alberto. La pareja se queda en lo justo para dar continuidad al relato, faltó pasión para dar densidad y emoción a la historia.
Altos y bajos
El guión está bien estructurado y mantiene su norte claro, está filmado correctamente y su narración es fluida. Se trata de un relato liviano y divertido que hace sonreír al espectador. Sin embargo, planteado como una comedia, es irregular en su resultado humorístico, tiene momentos altos y otros bajos. Si algo de fondo puede criticarse es que la puesta en escena luce demasiado homogénea en su dimensión social, le falta pueblo, le falta esquina.
La comedia, por esencia, es el relato de la clase popular; lo que provoca risa es el contraste entre personajes de condición social baja puestos en otro contexto. Por ello al humorista Boruga le basta una escena para "robarse la película", haciendo de ésta la conexión a tierra con aquel tipo de humor local que vende taquillas.
No obstante lo anterior, sin duda esta producción es un paso de avance para el cine dominicano y su internacionalización.
El guionista y productor Leonardo de León ha incorporado tres elementos clave para el futuro de esta industria: originalidad, vocación global y capacidad de gestión. Lo primero es requisito de cualquier formato narrativo que se precie; lo segundo es una necesidad de mercado, si de verdad se quiere transcender, hay que pensar más allá de los límites de la isla; lo tercero es fundamental para ver el cine como el negocio que es y hacer de éste una industria sustentable.
Esta película bien representa el anhelo de contar con una cinematografía que dialogue con el mundo y es acertada su intención de ir en procura de públicos cercanos con los cuales, además del idioma, se comparte una cierta visión del mundo. Esperamos sea la primera de muchas que abran mercado al talento dominicano. Recomendable para comprobar que la mejor inversión en el cine es un guión bien trabajado y para ver una producción local con capacidad de vuelo internacional.
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