martes, 13 de diciembre de 2011

Narco Rivera rompió viejos esquemas de jefes de carteles

Santo Domingo
El presunto narcotraficante Miguel -Bolo- Rivera Díaz, quien por varios años figuró en la primera posición de los más buscados por la Policía de Puerto Rico, rompió todos los esquemas de los capos tradicionales. Vivía entre los pobres de los barrios, rechazaba los carros lujosos y alquilaba casas pequeñas, pero seguras.

Mientras comparecía ayer en una Corte Federal de Hato Rey, en la vecina isla, los vecinos del populoso barrio de Herrera, en Santo Domingo Oeste, donde fue localizado, apenas se habían enterado de su arresto.

“Él siempre entraba y salía de esa casa con otras personas, pero nosotros nunca supimos quiénes eran ni qué hacían, pues cada quien en su casa hace lo que le parece”, dijo Marcos Céspedes, un vecino de la calle San Martín de Porres, del barrio La Venta, de Herrera, donde el fugitivo fue arrestado el sábado por fuerzas antinarcóticos de la Policía Nacional.

En La Venta y Holguín, dos barrios enclavados a orillas de la antigua carretera Duarte, muy cerca de la nueva autopista que comunica la capital con el Cibao, Rivera Díaz parece que encontró un refugio ideal para esconderse y realizar sus operaciones de narcotráfico: fácil acceso del lado norte por la autopista, y calles sinuosas e intrincadas del lado sur para cualquier escape.

La casa donde vivió los últimos tiempos es una especie de búnker, construida en una hondonada a orillas de la calle, desde donde solo se ve la azotea, parece enterrada a propósito. Tiene el frente en uno de los laterales y ninguna puerta puede verse desde la calle. Su único acceso es una estrecha escalera que sube desde la acera a nivel del techo a la puerta principal, en un tramo solitario y tranquilo, de pocos vecinos. En el barrio dicen que Rivera Díaz alquiló la casa hace apenas tres meses, pero las autoridades federales de Puerto Rico lo buscaban desde el año 1999, acusado de dos cargos por narcotráfico y homicidio. Nadie sabe dónde vivía anteriormente, los investigadores dicen que se movía entre distintas viviendas y barrios, y que había procreado dos hijos con una mujer dominicana. Este dato no lo conoce ninguno de los vecinos. 

“Nunca lo vimos con mujeres, ni con niños, que no tenían aspecto de ser boricuas”. Por doce años, el presunto capo Miguel A. Rivera Díaz, alias ‘Bolo’, a quien la Policía Nacional identificó como sucesor del famoso José David Figueroa Agosto, evadió con éxito las autoridades federales y estatales puertorriqueñas que sólo tenían sospechas de que había abandonado la isla.

Tras su arresto en la capital dominicana, las autoridades dijeron que era responsable de enviar unos 2,500 kilos de cocaína a Puerto Rico y Estados Unidos por un valor de 40 millones de dólares.

Pero la juez federal Camile Vélez, que conoció la audiencia de ayer, sólo le instrumentó dos acusaciones radicadas en 2002 y 2005: “conspiración y posesión con intención de distribuir kilos de sustancias controladas”. En el último pliego acusatorio se le imputa un cargo de lavado, y en ambas acusaciones aparece como “gatillero” o sicario. 

Uno más
En el barrio Holguín, entre el amplio sector de Enriquillo y la vieja carretera Duarte, el supuesto criminal más buscado por la Policía de Puerto Rico, caminaba a pie, tranquilo y sereno, sin ninguna ostentación de poder ni de riqueza. “Yo creo que ese hombre no bregaba con tanta droga, ni manejaba tantos millones como dicen, porque no aparentaba nada, andaba a pie y se recortaba el pelo con un barbero de pobres”, dijo Héctor Calderón Pineda, un bebedor del Colmado La Chercha. Aquí tuvo una mujer y dos hijos.

Muchas personas lo conocían y se juntaban con él en los colmados y otros sitios de diversión, pero lo niegan ante los periodistas. “Bueno hermano, usted sabe que esa gente tiene su grupo, y nadie se imaginaba que a ese hombre lo estaban buscando”. En la peluquería “D’Chilito”, donde un equipo Swat de la Policía arrestó a Rivera Díaz, apenas caben diez personas y sólo hay dos sillones para barberos. Desde el sábado se mantiene solitaria y ayer lunes no abrió su única puerta. Un vecino dijo que el dueño no trabaja los lunes.

HISTORIAL DELICTIVO DE MIGUEL RIVERA DÍAZ
A finales del 2002 y en el 2005, “Bolo” fue acusado a nivel federal de narcotráfico en el residencial Ponce de León, del municipio de Ponce, pero nunca fue detenido.

“Había estado delinquiendo desde 1999”, dijo el vocero de los alguaciles de Puerto Rico.

Hace apenas seis meses volvió a cobrar notoriedad en la isla, tras la ejecución de su hermano Ángel Rivera Díaz, mejor conocido como Angelito. Fue asesinado el 25 de julio víctima de una emboscada en la llamada “octava masacre del año”.

Los hechos ocurrieron en Guaynabo, de donde son oriundos los Rivera Díaz, aunque los delitos de narcotráfico los cometió en el sur de Puerto Rico. Bolo cumplirá 34 años el próximo 15 de diciembre, es natural del barrio Guaraguao.

Las autoridades siempre creyeron que estaba Ponce y que subía a veces hasta Guaynabo, y que pasaba temporadas largas en Santo Domingo, y que viajaba a peleas de boxeo a Las Vegas y Nueva York. Es sospechoso de los asesinatos de Luis Martínez Echevarría, ocurrido el 18 de agosto de 1998, en Ponce. También se le imputa el asesinato de Héctor L. Pacheco Arroyo, perpetrado el 22 de enero de 2000, también en Ponce.

En Puerto Rico lo definieron como un hombre peligroso que portaba armas en todo momento, acompañado de otras personas fuertemente armadas. Este dato no fue confirmado por los vecinos del los barrios de Herrera, donde vivió los últimos meses. Tras el asesinato de su hermano en julio por grupos de narcos rivales, en Guaynabo se esperaba una cruenta batalla de venganza del Bolo, al parecer no pudo cumplir.

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