miércoles, 4 de agosto de 2010
Impide desalojo con uñas y dientes
A trompadas, palos, con machetes, uñas y dientes, una señora enfrentó un contingente de policías del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís para impedir que le hicieran un desalojo ilegal de un parque recreativo que opera al lado del estadio Julián Javier de San Francisco de Macorís.
Evelyn Santos se enfrentó a más de veinte policías municipales, quienes a pesar de esposarla no pudieron apresarla y cargar con una planta eléctrica para suspender la operación de un parque ambulante recreativo que instaló al lado del estadio Julián Javier.
No obstante a que se hicieron varios disparos, Santos logró, con la ayuda de otros, romper las esposas que tras mucho batallar le colocaron los policías municipales.
Su oposición al desalojo fue tan fuerte que evitó que le llevaran la planta eléctrica, que era el objetivo principal de las autoridades del Ayuntamiento de San Francisco de Macorís para impedir que siguiera ocupando el espacio.
En conversación con periodistas de El Nacional, Santos explicó que se trató de un intento de desalojo ilegal, en vista de que opera con permiso de la Secretaría de Interior y Policía.
La señora Santos explicó que como su negocio se trata de un parque de diversión que opera de pueblo en pueblo, decidió trasladarse a San Francisco de Macorís, a propósito de las fiestas patronales de esa comunidad.
Incluso se instaló en el lugar también con permiso de 15 días del Ministerio de Deportes, por lo que dijo no entiende las razones por las cuales el Ayuntamiento de San Francisco de Macorís intentó desalojarla.
Precisó que el caso fue llevado a los tribunales por el Ayuntamiento de San Francisco de Macorís, donde se decidió que el desalojo no procedía a menos que fuera con permiso del representante del Ministerio de Deportes de San Francisco.
Se quejó de que pese a que la justicia negó la autorización para el desalojo, el Ayuntamiento de San Francisco intentó sacarla por la fuerza del lugar.
Santos declaró que defenderá su derecho hasta la muerte, porque entiende que nadie puede desalojarla sin una orden judicial basada en derecho.
Denunció que lo peor de todo fue que después del frustrado desalojo, la juez que en principio se negó a dar la orden, ahora emitió una autorización a favor del Ayuntamiento de San Francisco.
Durante el incidente, Santos se desmayó, lo que motivó que los policías municipales la dejaran abandonada y esposada.
Sin embargo, con la ayuda de compañeros, rompió las esposas y como “una tromba”, con palos, machete, uñas y dientes frustró el desalojo.
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