jueves, 12 de enero de 2012

La Cachorrita cambió el baile por los golpes

Santo Domingo
Cuando llegaba del trabajo tomaba un “bultico de mano” y salía a practicar sin que sus padres sospecharan que íba a darse a los puños con otras mujeres. Todo por seguir el difícil objetivo de sacar a su familia adelante.

Marilyn “La Cachorrita” Hernández comezó a boxear a los 16 años y hoy a sus 27 es portadora del cinturón  supergallo (122 libras) que ganó en Suiza, al derrotar a la local Aniya Seki  para quedarse con el título mundial de boxeo.

Cuenta que cuando llegaba a casa de sus labores, arreglaba su vendaje y guantes y salía a practicar a escondidas, porque sus padres no apoyarían que ella fuera boxeadora.

“Luego del entrenamiento llegaba a mi casa cansada de los golpes que recibía en las peleas o de los fuertes entrenamientos, pero  me bañaba y me acostaba con mi dolor a fin de conseguir mis objetivos. Al otro día como si nada me iba a trabajar” comenta entre risas Marylin.

Sus padres luego de unos 5 meses se dieron cuenta de que su “Cachorrita” era boxeadora,  tuvo que confesalo porque debía sacar  su pasaporte con permiso de ellos por ser menor de edad.

“Cuando les dije lo que estaba haciendo ellos pensaban que era un invento mío y que yo estaba loca.. jajaja, pero luego me dieron su apoyo” agrega.

Hija de una humilde ama de llaves y un afanoso mecánico que falleció poco antes de la pelea por el título, “La Cachorrita” cuenta que sus deseos de niña eran ser bailarina. “En mi barrio  no había muchas oportunidades de superación, la mayoría de las niñas teníamos el sueño de ser bailarinas, porque eso era lo que veíamos en las telenovelas o en la televisión, pero una vez maduré entendí que debía hacer otra cosa si quería sacar a mi familia adelante, pero siempre teniendo en cuenta lo que mis padres me enseñaron” explicó.

Marylin Hernández nació y se crió en Vietnam, un populoso sector de Cristo Rey. Es la séptima de nueve hermanos,  cinco son hembras y cuatro varones. Llegó hasta segundo de bachillerato e incursionó en el deporte por primera vez practicando karate.

“Dada la situación de delincuencia y asaltos decidí invertir mi tiempo libre en practicar karate, lo hacía solo por defensa personal, pero una vez mi entrenador vio mi desempeño, me dijo que tratara con el boxeo” relata la joven.  “Tomé su consejo y aquí estoy. El boxeo me ha dado salud, orgullo y ha mejorado mi economía”. 

Hernández cuenta hasta el momento con un repertorio de 28 peleas realizadas de las cuales ha ganado 21, con 12 encuentros conseguidos por la vía del nocaut. 

La joven boxeadora dice que en sus encuentros no ha ganado  lo suficiente para poderle dar a su familia lo que ella realmente quisiera, pero que con su esfuerzo y trabajo tratará de alcanzar ese objetivo que aún hoy persigue.

“Ya nos hemos cambiado de sector, ahora vivimos en el Ensanche La Fe, pero tengo la confianza en que Dios me ayudará y yo me esfuerzo a diario para lograrlo” añade “La Cachorrita”.

Dice que al igual que su familia, el motor que la motiva a triunfar en el boxeo es su gente. “Cada vez que subo a la lona pienso en alcanzar esto para mi país, mi barrio y mi familia”. 

El deporte en los barrios, según Marylin, termina siendo un refugio para el adolescente y una medicina para aquellos que están enfermos. “Los que no están en buenos caminos o no tienen los suficientes recursos ven en el deporte un desahogo”.

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