Es sabido que los chismes viajan a gran velocidad y algo que fue tan diminuto y sin trascendencia termina siendo un gran monstruo que puede llegar a causar mucho daño.
De acuerdo con la sicóloga Olga María Renville, muchas personas consideran que las personas que viven del chisme sufren complejos, otras sencillamente las consideran poco ocupadas y otros lo considerarían como una enfermedad al igual que les sucede a las personas que dicen mentiras y se les conoce como mitómanas.
La experta comenta que las personas chismosas buscan mediante este mecanismo llamar la atención de los demás para que manifiesten su interés por ellos, ser escuchados, que les presten la atención necesaria sin importar si es emitiendo conceptos falsos o llevando chismes de un lado a otro.
“Es una distorsión de la conducta que se manifiesta a través de un complejo por el cual la persona tiene la oportunidad de mostrarse y convertirse en una persona importante, porque lleva y trae rumores, sobre todo, cuando la buscan para preguntarle cosas o sencillamente se le escucha activamente. Igualmente, si la persona tiene complejo de autoestima y tiempo libre, pues se siente con la oportunidad de mostrarse y resaltar su ego”, dijo Renville.
Renville explicó que el chisme se puede considerar una patología cuando se convierte en un hábito, en una forma de vida y cuando se utiliza para introducirse en los grupos. “Cuando el chisme llega a tal grado se requiere de ayuda sicológica, porque es una situación que se escapa del control del individuo.
El chisme permite a los individuos ir más allá del entablar interacción de persona a persona y también sirven para estimar el valor de gente que nunca hemos conocido, aseguró la investigación.
La persona que tiene la costumbre de chismear, seguramente escogerá otra persona que sea más receptiva a su propósito.
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