La banda, que mañana actúa en el estadio Bicentenario de la Florida, se fue con antorchas de playa y oro, Gaviota de Plata, y, tras la fuerte petición del público, Gaviota de Oro.
Desde el inicio de la jornada, con la sola mención de su nombre o el de su líder, Anthony Romeo Santos, la Quinta enloquecía hasta el límite de lo permitido, con un griterío sin tregua con los tímpanos sensibles.
Hasta que el delirio se hizo carne: a las 1.11 el conjunto saltó a escena y confirmó un fenómeno que explotó el año pasado, cuando repletaron el Movistar Arena sin gran difusión, y que se consolidó un mes antes del Festival, cuando fueron los primeros en agotar su noche.
Con una mezcla de bachata, salsa, reggaeton y sonidos más urbanos, el cuarteto desenfunda Por un segundo y las mujeres caen rendidas. La Quinta es de ellos. Igual que el magnetismo de su cantante, un auténtico galán de etiqueta centroamericana que ofrece un discurso cargado de gestos sexuales, referencias a la relación de pareja, guiños a la intimidad y un libreto de piropos en plan despedida de soltera.
Luego pasan otras como Quien te cambió o Noche de sexo. El juego va y viene con los sectores de platea y galería. El suceso ya estaba servido.
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