jueves, 14 de junio de 2012

Articulo Importante


Tesoro Escondido
MÁS REVELACIÓN SOBRE SEXO Y MATRIMONIO
Por César Matos
(cesarmatosrd@yahoo.com)

CONFIRMANDO EL DISEÑO DEL LA TIERRA
F
ilósofos, científicos y estudiosos han llegado a la conclusión, por separado, en esta última década, de que la tierra es un planeta vivo. Bravo!!!!. Yo agregaría: el planeta tierra es una composición de las distintas formas de vida existentes en él (ya sean inferiores o superiores). Además, la vida es una condición inherente al planeta, pues no se concibe su desarrollo en el tiempo sin contemplarla en sus diferentes formas (microscópica, bacteriana, algas, hongos, animal o vegetal).

La vida sobre la tierra es una verdadera sinfonía, en donde cada especie ejecuta sus propios y afinados acordes. La desaparición de un solo elemento sinfónico del conjunto trae caos al orden original. Es la misma razón que explica por qué la desobediencia de Adán lo separó de Dios: violó el mandato que había recibido: “del  fruto del árbol que está en el medio del jardín no comerán” (Génesis 3,3).

Violentar el orden de Dios (en lo natural, social, espiritual, etc.) trae consecuencias. Todas las leyes que conocemos como naturales, fueron establecidas por Dios para sostener la armonía de su creación; porque si no fue Dios, quién fue quien diseñó el mundo para que funcionara tal y como lo hace. Es inaceptable que creamos que el orden de las cosas surgió de un caos original, porque en ningún proceso (social, cultural, biológico, intelectual) se ha producido resultados positivos y orden, a partir del desorden. El caos en la sociedad produce descomposición social, en lo cultural produce falta de identidad, en los procesos biológicos produce infecciones o muerte, y en lo intelectual produce falta de sabiduría.

LA VOLUNTAD: LIBRE ALBEDRÍO
De toda la creación, los seres humanos somos los únicos dotados con libre albedrío. El resto de los seres vivos Dios los creó para que se sometiera a la voluntad del hombre (en el contexto del plan de Dios). Sobre la vida del planeta, sobre su aprovechamiento, uso y explotación, los únicos que tenemos derechos adquiridos somos los seres humanos; por tanto, si se pudiera enarbolar derechos para el resto de lo creado, las demás creaturas tendrían que estar subordinadas a los derechos de los seres humanos. Así como la eternidad es la morada de Dios. El planeta tierra es el hábitat temporal de los seres humanos, y por su conservación, uso y aprovechamiento sostenibles debemos responder ante nuestro creador. La Tierra es una bendición de Dios, y sus riquezas no tienen sentido si no están al servicio del hombre.


LA CREACIÓN DEL HOMBRE Y LA MUJER
El concepto hombre – mujer en la mente de Dios, son dos partes complementarias de un mismo ser. Creó Dios al hombre –Ish– (Génesis 2,7), y de él creó la mujer –Isha–(Génesis 2,22), de tal suerte que uno es la compañía idónea del otro. Así fundó Dios el matrimonio en el Huerto, y aunque el hombre y la mujer son dos personas, en la unión conyugal quedan ligadas por un mismo espíritu en Cristo Jesús: el verdadero amor.

La armonía en la sociedad no es posible si los matrimonios no están debidamente sellados por la sangre que limpia los pecados y que restaura a la familia en el jardín del Edén (la sangre de Jesús). En el diseño de Dios esta unión no está concebida de cualquier manera. Recuerda que Dios es un Dios de orden.

Muchos sociólogos y estudiosos del comportamiento humano buscan el origen de la rebeldía y la delincuencia juvenil en la falta de oportunidades; sin embargo, y sin profundizar mucho, vemos que en las sociedades capitalistas desarrolladas, en donde se ofrecen todas las oportunidades, la delincuencia juvenil está presente, también, en niveles muy considerables.

Dios estableció: “se unirá el hombre a su mujer, y los dos serán un solo ser” (Génesis 2,24). Por tanto, la unión matrimonial y la convivencia conyugal tienen su origen en la voluntad de Dios, y este diseño no puede ser alterado. Dios vio que así era bueno y así quedó establecido. Insistir en lo contrario es como proponerse endulzar el agua del mar. Dios la creó salada y así se quedó.

Dedicar el matrimonio y la familia a Dios no quiere decir que cada pareja debe meterse en una religión y dejar de disfrutar la vida en su plenitud (esa es una mentira del diablo). La verdad es, que la manera más súper, archi y mega ilimitada de disfrutar del sexo en el matrimonio, es cuando contamos con el consentimiento de nuestro padre creador (y Dios es un padre bueno!!!).

Dios nos dio libre albedrío no para hacer cualquier cosa cada vez que tenemos la oportunidad, sino para que en cada oportunidad hagamos lo que es correcto hacer delante de Dios. Eso es lo que Dios espera en nuestro trabajo, en el gobierno, en nuestra familia, en nuestro negocio, y en nuestras relaciones conyugales. Somos los únicos responsables por nuestras acciones.

Dios espera que hagamos el bien, lo que es correcto hacer, en nuestra libertad. Cuando obramos incorrectamente en el uso de nuestra libertad, estamos dañando nuestras relaciones con nuestro ambiente (natural, social, cultural) y con Dios. Cuando deslindamos las cosas buenas de las malas estamos estableciendo límites a lo que es correcto e incorrecto, a lo que es generalmente aceptable e inaceptable (normas morales).

NUESTRO DISEÑO CORPORAL
Nuestro cuerpo fue diseñado (como todo lo que fue creado) para el propósito de Dios. Si bien los astronautas pueden vivir en el espacio, disponiendo para su alimentación solo de algunos concentrados y agua –por un tiempo limitado–, lo cierto es que nuestro aparato digestivo está diseñado para vivir bajo la influencia de la gravedad, y eso nadie lo podrá cambiar; estamos hechos para comer cereales, legumbres y vegetales que contienen fibras, carbohidratos, proteínas, lípidos, vitaminas y minerales esenciales para sostener y renovar la vida del organismo, …y además debemos sentir satisfacción al terminar de comer.  Otras alternativas de vida solo son posibles en condiciones extremas y temporales de sobrevivencia.

Nuestros signos vitales tienen su mejor comportamiento dentro de una atmósfera terrestre (única), bajo el peso de la gravedad. Por eso yo concluyo que, para cambiar los diseños del hombre habría que cambiar primero a Dios. Y eso nadie lo podría hacer: Dios todavía es Dios.

Veo muy bien que el hombre se lance a conquistar –entre otros retos– el espacio, esto como un ensayo permanente del señorío y la autoridad del hombre sobre la creación. Pero de ahí a que encontremos vida en el espacio tal y como la conocemos, solo es posible en la tierra. Dios se goza en la diversidad de su creación: no hay dos planetas iguales, y ni siquiera Dios ha creado dos personas iguales.

Podemos ponernos un tanque de oxígeno a la espalda para respirar, podemos caminar en condiciones de no gravedad, podemos alimentarnos por concentrados, podemos vivir en un búnker sin paisajes naturales por un tiempo limitado.

El hombre es más que un montón de células. Se trata de la forma más compleja y perfecta de vida de toda la creación; con razón somos la imagen de Dios: Dios es amor, y también nosotros tenemos la capacidad de amar; Dios es espíritu, y también sopló de su espíritu en nosotros para darnos vida. La vida de Dios que está en nosotros es espíritu (Génesis 1,27).

Nuestro ciclo vital como en el resto de las plantas y animales no se reduce a nacer, crecer, reproducirse y morir. En nuestro diseño está contemplado que toquemos flores, que acariciemos con nuestros dedos a  nuestras esposas, que pisemos la tierra con nuestros pies, que nos sumerjamos en el agua, que amemos las plantas y los animales, que contemplemos las estrellas en el cielo, etc., tenemos la necesidad de buscar a Dios. Somos almas vivientes, tenemos sentimientos vinculados a nuestro medio ambiente, y tenemos un espíritu que siempre busca respuestas de su creador.

MATRIMONIO Y SEXO
Primero creó Dios a Adán, luego a Eva. Eva estaba en Adán en el principio. Adán confirmó que Eva era hueso de sus huesos y carne de su carne. Dios los bendijo, les ordenó que fueran los señores de la tierra, les mandó que fueran fructíferos (Génesis 1,28). La primera pareja fue unida por Dios mediante la bendición, por tanto es lógico que todo el que quiera unirse en pareja necesita de la bendición del Padre para vivir una vida de prosperidad. Bajo la bendición el hombre y la mujer ya no son dos, sino una sola persona. Ambas están unidas a Dios por medio de su santo Espíritu.

Hace mucho tiempo ya, un amigo cercano me contó que estando recién casado con su esposa, Dios le hizo saber que realmente era omnipresente y que lo veía todo, …como siempre lo fue desde el principio. Recibió una palabra de ciencia que puso al descubierto un acto de infidelidad matrimonial. Ese día, impactado, sintió que la luz exponía todo lo que estaba oculto en él. Le llegó a confesar a otro amigo: “¡¡Debemos tener las cuentas claras, …Dios lo ve todo!!”.

En ese tiempo él era un cristiano con muy poca revelación. Creía en Dios, pero pensaba que estaba lejos de aquel lugar, y además muy ocupado. Ese día cayo el mito que tenía de un Dios ausente. Le impactó de tal manera este acontecimiento, porque  siempre actuó como si nadie le estuviera viendo, como si no hubiera un ángel sobre él enviando información al trono de Dios hasta sobre lo que estaba pensando. Me contó que se abstuvo algunos días de tener intimidad con su esposa porque no se acostumbraba a la idea de que Dios le estuviera viendo todo el tiempo. Después se convenció de continuar con una vida normal, como antes de esta experiencia tan tremenda. Concluyó que ciertamente Dios le ve, pero no manipula sus decisiones; así continuó su vida tomando sus propias decisiones; seguro de que Dios nunca lo iba a substituir.

Se dijo para si entonces: “Dios me ha visto siempre, lo que debo hacer es andar rectamente delante de Él”. Para eso no hay que andar con un manual de bolsillo para verificar qué es bueno y qué es malo.

Hay un lugarcito en nuestra alma, donde Dios nos habla, que se llama conciencia. Si es que nuestra conciencia no está cauterizada, allí siempre vamos a recibir señales de advertencia, y se va a despertar un anhelo en nuestro corazón por andar rectamente delante de Dios. Y aunque nosotros insistamos en hacer lo malo, Dios va a continuar amándonos (al tiempo que abomina nuestro pecado), va a seguir hablándonos, nunca va a delatar nuestras malas acciones (porque nos hizo libres), y no va a violar nuestra libertad; pero si no nos arrepentimos y no nos volvemos hacia Él, seremos los únicos responsables de irnos al infierno.

No estamos diseñados para la prostitución, ni para el homosexualismo, lesbianismo o bestialismo. Todo eso es vida bajo maldición. Como habrás descubierto la maldición opera como la bendición, pero en sentido contrario. La bendición es para vida, la maldición es para muerte. Aunque podamos hacer lo malo, lo mejor es apartarse de él, porque tarde o temprano las consecuencias nos alcanzarán. La paga del pecado es la muerte (Romanos 6,23), y la muerte nos llega por medio de la enfermedad. Las enfermedades de transmisión sexual, entre otras maldiciones que acarrean las relaciones inmorales, vienen como resultado de haber pervertido el uso apropiado de determinados órganos.

El ano es la terminación del recto, Dios lo diseñó para la defecación; querer darle otro uso es una aberración.  La boca Dios la diseñó para comer y la lengua para percibir sabores, pero los labios están llenos de terminaciones nerviosas y son sensibles a los besos; úsalos, a las esposas les encantan los besos. En fin puedes también acariciar los bustos de tu esposa, pero recuerda que Dios los diseñó para alimentar tus bebés. Puedes acariciar todo el cuerpo de tu esposa, pero no lo vejes, no lo abuses, recuerda que es tu propio cuerpo, no hagas con él lo que no harías con el tuyo. En fin si incurres en un acto del que no estás seguro, pide sabiduría a Dios, porque Él se la da a quienes se la piden (Santiago 1,5-6).

Dios diseñó el sexo para disfrutarlo en matrimonio, en la unión del hombre con su mujer, ambos bendecidos por Dios. Legalizar las relaciones homosexuales solo viene a añadir más miserias a la sociedad. En vano nos empeñamos en hacer dulce el agua del mar, jamás lo será. En el principio el hombre no escogió el sexo de su agrado, Dios los hizo hombre y mujer, no nos creamos a nosotros mismos, sino que es Dios quien nos elige.

Cuando alguien siendo hombre llega a creer que es mujer, y viceversa, estamos ante un caso típico de posesión demoníaca (hay un demonio operando en él), y la persona necesita liberación. Estos casos desbordan los límites del conocimiento  de la medicina. Sin embargo lo que es imposible para el hombre es posible para Dios (Lucas 18,27).

Me contó además este caro amigo, que un buen día él y su esposa terminaban un tiempo de intimidad, y justo al final Dios les habló de esta manera: “cada vez que lo hacen renuevan sus votos matrimoniales”. Y, ciertamente, les quedaba la convicción de que el vínculo espiritual que los ataba liga quedaba fortalecido al final de cada relación conyugal. Ese día otra vez brilló la luz de Dios en él. El Señor le confirmó mucho más: en el matrimonio la relación es más que una unión corporal, lo que se produce es una comunión espiritual de la pareja con Dios (grandioso!!!). Los vínculos matrimoniales se renuevan con y por medio de Él. Aleluya, Dios es genial!!

Al descubrir la bendición que se vive al sostener relaciones sexuales dentro del matrimonio, mi amigo y su esposa concluyeron que sostener relaciones sexuales fuera del matrimonio, no solamente es un acto inmoral, sino que trae maldición, degradación física y muerte de las personas en el tiempo, y, además muerte espiritual (el hombre se separa de Dios).

Mi amigo ya cuenta 17 años de estar casado con su esposa. Me confesó que a partir de toda la revelación que ha recibido es cuando más ha disfrutado de sus relaciones conyugales. Tener sexo en el matrimonio está muy lejos de ser un pecado.

Dios nos hizo hombre y mujer, para que en el matrimonio disfrutáramos de esa tremenda bendición. Yo invito a todo aquel que está viviendo bajo la bendición del matrimonio para que entienda que solo Dios está por encima de las relaciones con tu esposa, que las necesidades de ambos son las necesidades de un solo ser unidos al Padre en un mismo Espíritu.

Disfruten del sexo en su matrimonio ahora, es una bendición !!. En el cielo no es necesario el sexo, pues allí seremos como ángeles. Pero mientras estemos en el cuerpo consagrémoslo como templo del Espíritu Santo para dedicarlo a Dios en todas las buenas obras que agraden a Dios. Dios se deleita cuando la pareja unida por Él disfruta el sexo. Ese es su propósito.

Mediten en esto. Satanás anda como león rugiente engañando al mundo, haciéndole creer que el sexo es solo una relación para excitar los sentidos, y que no importa que los que la sostienen la relación sean del mismo sexo. Nada más pervertido. Como ladrón y destructor que es, el diablo seguirá insistiendo en pervertir el propósito de las relaciones sexuales. Ojo, la legalización del matrimonio homosexual es una señal muy clara de que nuestro Señor Jesucristo no tarda en llegar (2Timoteo 3,1-5).
Invito a todas las parejas que le entregaron su matrimonio a Dios a que por ninguna razón dejen apagar el fuego del amor de Dios en ellos, que los problemas de cada día no les impidan disfrutar de sanas relaciones conyugales. Santifíquense más todavía (Apocalipsis 22, 11).

BIENESTAR FAMILIAR
Nos cuenta este amigo que él y su  esposa constantemente intercambian opiniones y puntos de vista sobre el comportamiento de sus hijos y sobre el testimonio que le ofrecen a ellos como esposos. Ven el hogar como un laboratorio permanente en donde cultivan una realidad familiar que no permite ensayos. Sin hacerse la vida más pesada de la cuenta toman las mejores decisiones ante cada situación, y como facilitadores a tiempo completo les muestran los límites de las libertades que disfrutan y les ofrecen los recursos y medios que necesitan para su desarrollo personal.

Sin lugar a dudas su testimonio de pareja deja en los hijos un sello indeleble que les mueve a estar seguros de su propia sexualidad. Es necesario que los hijos permanentemente sean los testigos de primera mano de que sus padres tienen una relación muy especial, y es necesario que ellos también se sientan amados producto de esa relación.

Los niños que crecen en familias en donde los padres tienen una relación perfectamente equilibrada, a su vez buscarán una relación sana y estable para construir sus propias familias.


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