El ingeniero Leonel Carrasco, subdirector de la Opret, dijo que junto con el inicio de las operaciones del Metro se pondrá en ejecución un sistema de llegada y salida de guaguas a las paradas de los trenes, sincronizada con el arribo de los vagones.
Expuso que la Opret no objeta que más adelante empresas particulares operen las rutas que trasladen pasajeros desde y hacia las paradas del Metro, pero advirtió que en un principio esa institución ejercerá el control sobre ese sistema en esos espacios públicos, reeducará a los conductores y no permitirá el ingreso de vehículos en mal estado.
Dirigentes de asociaciones de transportistas mantienen una huelga de hambre en reclamo de que la Opret le entregue las rutas de autobuses que alimentarán las estaciones de la primera línea del Metro.
El ingeniero Carrasco sostuvo que el éxito del Metro sería mediatizado si se permite la incursión en las líneas alimentadoras, del tipo de desorden y caos que impera en el transporte de pasajeros.
Carrasco, quien fue entrevistado por los periodistas Pedro Caba y Orión Mejía en el programa “Diario del 4”, insistió en que la Opret asumirá también el control pleno del sistema de transporte en superficie, para garantizar que la llegada o salida de autobuses a las estaciones coincida con el arribo de los trenes.
Dijo que en todos los metros del mundo existe una relación de orden y no de desorden entre el sistema ferroviario y las rutas de guaguas que transportan pasajeros desde o hacia sus estaciones, por lo que descartó toda posibilidad de que se permita lo que insistió en definir como “mezcla de orden y desorden”.
Expuso que una vez garantizado el orden, confort y sincronización en el sistema de rutas alimentarias del Metro, la Opret no objetaría que sea operado por el sector privado.
La Federación del Transporte la Nueva Opción, que encabeza Juan Hubieres, ha iniciado manifestaciones de protesta para presional al Gobierno a fin de que permita a miembros de ese gremio operar las rutas alimentadoras del Metro.
Fenatrano se queja de que unos seis mil choferes quedarían sin empleo al ser desplazados de esas rutas ya programado marchas, paros de actividades y otros movimientos, como mecanismo de presión sobre el Gobierno para forzarlo a satisfacer su demanda.
Sin embargo, distintos sectores rechazan esa pretención por temor a que las rutas alimentadoras del Metro sean afectadas por el desorden que impera en el transporte público de pasajeros, operado con unidades cuyo deterioro no permite eficiencia ni calidad del servicio.
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