martes, 24 de julio de 2012

Iván Gómez: “No solo fue escalar, fue también atravesar la selva”


Rainier Maldonado 
Santo Domingo
Conquistar el Monte Carstensz, en Indonesia, resultó ser para Iván Gómez una travesía  más difícil que escalar el Kilimanjaro en África, o el Elbrus en Europa. Y es que antes de conquistar la montaña insular más alta del mundo y la mayor del Continente de Oceanía, el montañista dominicano tuvo que pasar siete días atravesando una selva cenagosa, con lluvia, frío y obstáculos, además, estar consciente de que pisaba el mismo suelo donde todavía habitan poblaciones de caníbales.  
 El peligro de la selva, fuera de las dificultades del montañismo, implica otro reto para quienes practican este deporte extremo, porque “son travesías de ocho y hasta diez horas diarias caminando incómodos y sucios”. “Yo la bauticé como la montaña de la perseverancia porque todos los días me deban ganas de llegar”, rememora. De un grupo de doce montañistas que empezaron a escalar, sólo cinco lograron alcanzar la cima y una compañera resultó herida al caer, chocar con una piedra en la cabeza y después caer a un rio, sobreviviendo milagrosamente.
Sin embargo, cuenta, que la experiencia de interactuar con las tribus guarda una riqueza impresionante, especialmente al ver su modo de vida. Algunos de sus miembros utilizaban como vestimenta taparrabos, otros vestían  pantalones cortos y camisetas, pero todos andaban descalzos. Un caso especial fue el de un señor de una tribu cuya ropa era un tubo y al cruzar un río lo perdió, y luego no quería salir del agua porque se sentía desnudo. Y un momento tenso sucedió cuando el equipo de montañistas se encontró con un grupo de rebeldes independentistas,  y aunque el encuentro no pasó a mayores, gracias a la intervención de los guías, el ambiente se sintió cargado.
Tras este último reto completado, Iván dejará profesionalmente el montañismo para dedicarse a su familia y a otros planes profesionales. Sin embargo, su anhelo de comunicar lo que ha significado para él haber escalado las cimas más altas de los cinco continentes habitados por el hombre lo transmitirá a través de charlas motivacionales porque, entiende, que la sociedad dominicana está necesita de valores, especialmente en la juventud.
“Quiero Llevar el mensaje de que sí se puede conseguir lo que uno quiere conseguir en la vida pero que hay que trabajar con pasión, perseverancia, sacrificio y fe, siempre apegados a los valores y principios morales que nos inculcaron nuestros padres de la Patria”, considera.  
LA FILOSOFÍA DEL MONTAÑISMO
Experiencia: Escalar montañas suele generar una mayor espiritualidad en las personas que practican este deporte extremo, porque aumenta su contacto con la naturaleza y las circunstancias en que la que se gestán propician la instrospección para que quien escale revise los fundamentos existenciales de su vida.

Según cuenta Iván, es, además, una prueba a la voluntad, porque demanda entrenamiento y concentración, y también hacer grandes sacrificios como alejarse de la familia por largo tiempo, somenterse a pruebas físicas o llegar hasta a arriesgar la vida en un instante.
Escalar la principales cimas del mundo le han enseñado que el montañismo cambia a las personas, y les enseña “que para alcanzar grandes metas hay siempre que hacer grandes sacrificios”.
“Todos tenemos un Everest que escalar. Yo no le digo a la gente cómo escalar el suyo, yo les cuento cómo yo escalé el mío”, afirma.
Su pasión por conquistar cimas empezó hace 22 años, cuando hizo su primra excursión al pico Duarte y entonces empezó a soñar con la cima más alta de la tierra.
Aquella vez fue mágica, porque desde entonces nunca dejó de escalar la montañas más alta que tiene la República Dominicana y hasta el momento ya lo ha vuelto a hacer 60 veces.

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