En los documentos, el coronel JK Tanner se queja del trato dado a los militares británicos por sus colegas estadounidenses, pese a la “especial relación” entre Washington y Londres de la que siempre hablan los políticos del Reino Unido.
El general Andrew Stewart, el mando británico de más alta graduación en Irak, explica en otros documentos cómo durante la ocupación de Irak se había visto obligado a “desobedecer” o “burlar" las órdenes de sus superiores estadounidenses.
Al menos en una ocasión, su negativa a obedecer una orden tuvo como consecuencia que el embajador británico en Washington, David Manning, fuera convocado por el Departamento de Estado, donde fue objeto de una reprimenda.
Los documentos relacionados con las operaciones llevadas a cabo en Irak entre mayo del 2003 y el mismo mes del año siguiente reflejan un conflicto entre el belicismo de los militares norteamericanos y el deseo de diálogo de los británicos.
La capacidad del Reino Unido de influir en la política norteamericana en Irak era mínima, según el general Stewart.
Aunque parezca “increíble”, explica el jefe militar británico, no había siquiera un canal seguro de comunicaciones entre su cuartel general de Basora y el del general estadounidense Rick Sanchez, en Bagdad.
El general Sanchez “sólo nos visitó una vez en siete meses”, critica, por su parte, el coronel Tanner, quien agrega que en todo ese tiempo, él mismo sólo habló una vez con su homólogo de cuartel general estadounidense en la Zona Verde, de Bagdad.
Los jefes militares británicos se quejan además de que no se les informase -y mucho menos se les consultase- cuando se producían cambios en la estrategia norteamericana pese a que podían tener importantes implicaciones para ellos y sus hombres.
Así, cuando en marzo del 2004, los estadounidenses decidieron detener a un lugarteniente del líder chiíta Muqtada al-Sadr, lo que motivó una insurrección en el sector británico, “no se coordinó con nosotros ni se nos informó”, según denuncia Nick Carter, el comandante de las tropas británicas en aquel momento.
“Ahora comprendo que soy europeo y no norteamericano. Me entendí con nuestros aliados europeos y a veces incluso con los árabes mucho mejor que con los americanos. Los europeos conversan entre sí mientras que el diálogo es algo ajeno a los militares estadounidenses”, explica el coronel Tanner.
“Tratar con ellos es como hacerlo con un grupo de marcianos. Si algo no aparece en la diapositiva de su exposición en PowerPoint, sencillamente no ocurre”, agrega el militar británico.
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