Científicos del Instituto de Investigación Scripps (EE.UU.) han explicado las conclusiones del estudio en la revista 'Nature Neuroscience'. Han descubierto que los alimentos grasos y azucarados provocan los mismos efectos en el cerebro que llevan a la gente a la drogadicción.
Los expertos realizaron el estudio con ratas alimentadas a base de tarta de queso, bacon y salchichas. Poco después del experimento, los animales comenzaron a engordar y a mostrar signos de adicción, similar a la que sufren algunas personas con la heroína o el tabaco.
"Esto muestra la evidencia de que la drogadicción y la obesidad están basadas en los mismos mecanismos neurobiológicos", explica el profesor Paul Kenny. "En el estudio, los animales perdieron completamente el control de su comportamiento alimenticio y continuaban comiendo incluso cuando recibían descargas eléctricas", añade.
Después de que las ratas se acostumbraran a la comida basura, las devolvieron a su dieta habitual, basada en ensalada. Sin embargo, prefirieron estar dos semanas sin comer antes de ingerir alimentos bajos en grasas.
Una persona adicta a las drogas, continúa consumiéndolas incluso siendo consciente que son dañinas para su salud. Por ello, en este estudio se realizaban descargas eléctricas a las ratas. Mediante una luz, les anunciaban que iban a recibir una descarga si seguían comiendo. Las ratas a las que no se había acostumbrado previamente a la comida basura, dejaban de comerla en cuanto recibían el estímulo, mientras que las adictas continuaban comiendo a pesar de recibir las descargas.
Al igual que una persona drogadicta, la respuesta de placer en el cerebro era cada vez menos eficaz en las ratas, por lo que cada vez necesitaban comer más para sentir satisfacción.
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