lunes, 16 de noviembre de 2009

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LAS VEGAS -- La velocidad y contundencia de Manny Pacquiao fueron demasiado para la valentía de Miguel Cotto.

Pacquiao ofreció otra enésima exhibición arrolladora al derribar el sábado dos veces a Cotto y dejarle el rostro cubierto de sangre hasta que el árbitro se apiadó del puertorriqueño y detuvo el combate cuando faltaban 55 segundos en el duodécimo asalto. El filipino Pacquiao desquició a Cotto con su impresionante velocidad y fuerte pegada con ambas manos para adjudicarse su séptimo título mundial en siete divisiones. Si había alguna duda, pues ya no la hay: Pacquiao certificó con creces que es el mejor boxeador libra por libra del momento. Cotto sufrió una paliza como pocas.

Fue tanto el castigo que recibió que su rostro quedó cubierto del rojo de la sangra por el impacto implacable de los golpes de Pacquiao, pero se negó a rendirse pese a que desde su esquina se trató de tirar la toalla tras el undécimo asalto.

Tras la pelea, Cotto fue trasladado a un hospital local para recibir atención. El combate fue publicitado como un clásico de la división welter y en los primeros rounds no decepcionó. Ambos intercambiaron golpes con gusto y Cotto se plantó bien en los cruces en el centro del entarimado. Pacquiao derribó a Cotto con un derechazo al inicio del tercer round, pero el boricua supo asimilar y logró reaccionar fuerte.

Pero luego que Pacquiao hizo que Cotto volviese a besar la lona en el cuarto round, esta vez con una demoledora izquierda, el boricua perdió el impulso. "Nuestro plan fue no apurarnos, sino tener paciencia", dijo Pacquiao. "Fue una pelea dura esta noche y necesitaba tener tiempo para medir su fuerza". Cotto peleó con gallardía, pero en los últimos rounds más fueron sus instintos para sobrevivir de pie mientras la sangre brotaba en su rostro.

Pacquiao, en tanto, simplemente no dio tregua. Dio la impresión que en su esquina no querían que el boricua siguiese tras el undécimo, pero Cotto salió dispuesto a todo hasta que una última andanada lo dejó en las cuerdas y el árbitro Kenny Bayless paró la pelea. Incapaz de contener a su oponente, el rostro de Cotto quedó hinchado, con sangre brotando de su nariz y varios cortes. "No sabía por dónde venía los golpes", dijo Cotto. "Manny Pacquiao es uno de los mejores boxeadores que me ha tocado pelear". Pacquiao, quien venía de sensacionales victorias sobre Oscar De La Hoya y Ricky Hatton, sumó otro más ante Cotto, derrotado en una sola ocasión y hasta hoy dueño de la diadema welter de la Organización Mundial de Boxeo.

El filipino lo hizo con su mejor estilo, seguidillas de golpes desde todos los ángulos hasta minar a Cott y luego acorrarlarlo sin pausa hasta que se pusiese fin al pleito. La pelea deja servida la mesa para otra con más cartel: contra Floyd Mayweather Jr. Muchos de los asistentes en la repleta arena del hotel MGM Grand empezaron a corear: "¡Que venga Floyd! ¡Que venga Floyd" tras el final del combate. "Yo quiero verlo peleando con Mayweather", manifestó Freddie Roach, el entrenador de Pacquiao.

Mayweather tal vez lo piense dos veces, luego que Pacquiao logró algo inédito al obtener su séptimo cetro en siete categorías diferentes. Lo más impresionante ha sido su trayectoria, vapuleando rivales como si fuesen muñecos, desde que comenzó en las 106 libras hasta las 144 que pesó para la pelea del sábado. Pero la división welter será su límite, ya que dijo que no subirá más de peso. "Esta es mi última división.

He hecho historia y lo más importante que fue un filipino", afirmó. Fue tan dominante en el último tramo de la pelea que Cotto peleó hacia atrás, tratando de sólo sobrevivir. Pacquiao acertó el doble de golpes que Cotto, 336-172. Pacquiao se llevó una bolsa de 13 millones de dólares, mientras que Cotto se quedó con 7 millones.

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