Como lo prometió, el merenguero inició sus actuaciones artísticas en la cárcel de Najayo, dónde pasó un año y siete meses acusado de narcotráfico, imputación de la que finalmente fue descargado por los jueces.
“Aquí estoy como le prometí, con mi orquesta en la primera presentación pública”, proclamó el artista quien a seguida pasó a saludar a los reclusos desde la celda número uno hasta la 14 que es la última.
El espectáculo fue organizado por el Comité de Apoyo para el Mantenimiento de la Cárcel de Najayo que encabezan Luis Álvarez Renta y Fabio Ruiz, como forma de llevarle un poco de alegría a los reclusos en el Día de los Padres. A lo lejos se observaban desde una azotea las internas hembras que no tuvieron entrada para la presentación exclusiva para los reclusos hombres y en especial padres
Llegó la figura de la tarde, un hombre que por casi dos años recorrió en pantalones cortos aquel recinto, dónde esta vez volvió en pantalones largos e impecablemente vestido de blanco, Dimanchy.
Con Jenny Pimentel y María Concepción (Vicky), dos hermosas chicas al frente interpretó sus mejores canciones “Ojo por ojo”, “Como Alma en Pena”, “No nos deje morir”, “Te Seguiré Queriendo”, entre otras que arrancaron la ovación de los internos.
El banquero Luis Álvarez Renta, del Comité que se preocupa por el bienestar de los presos junto a Fabio Ruiz, subió a la tarima para saludar la actuación de Dimanchy, al tiempo que animó a los reclusos a quienes exhortó a comportarse bien y disfrutar del show montado para ellos.
Iguales salutaciones hicieron el nuevo alcaide del penal y la su directora quienes felicitaron a los reclusos padres.
A la cinco de la tarde, hora de volver tras los barrotes terminó el espectáculo y los internos volvieron en completo orden a sus respectivas celdas bajo la mirada vigilante de policías y agentes de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) que miraban a todas partes.
Al fondo se quedó El Sujeto con las ganas de cantar aunque en principio pidió que le dieran “medio palo” es decir medio millón de pesos porque él está pegao. Un recluso que escucho sus pretensiones solo atinó a decir, “si, está pegao, pero de los barrotes de la celda 6”.
Desde una de las tarimas dispuestas para los invitados especiales se observaban mujeres bailando con sus jóvenes maridos presos y hasta sus hijos bailaron.
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