El presidente Manuel Zelaya ondea una bandera hondureña desde la embajada de Brasil, ayer en Tegucigalpa. |
Tegucigalpa.- El presidente derrocado de Honduras Manuel Zelaya llegó a Tegucigalpa sigilosamente y cuando nadie lo esperaba, generando una nueva etapa en la crisis política de esa nación centroamericana.
Ayer mismo, anunció su disposición a negociar con los golpistas que lo sacaron en pijamas el 28 de junio y lo expulsaron a Costa Rica, pero la respuesta del presidente de facto Roberto Micheletti fue pedir al gobierno de Brasil, en cuya embajada se encuentra el político derrocado, que lo entreguen para someterlo a la justicia.
Poco después de imponer un toque de queda de 15 horas vigente desde las 4 de la tarde, Micheletti ofreció en cadena de radio y televisión acompañado de sus ministros, líderes empresariales y jefes militares y de policía, “respetar los derechos del señor Zelaya al debido proceso”.
Los ojos del mundo
El presidente de facto indicó que “los ojos del mundo están puestos sobre Brasil y también sobre Honduras”.Su Cancillería protestó ante el gobierno de Brasil por “permitir que desde su sede (diplomática) se formulen llamados públicos a la insurrección y la movilización política de parte del señor Zelaya, un prófugo de la justicia hondureña”.
“Tal injerencia en los asuntos privativos de los hondureños resulta condenable y por tal motivo se protesta la misma de manera enérgica, lo que constituye una flagrante violación del derecho internacional”, añadió en un comunicado.
El canciller brasileño Celso Amorín dijo en Washington que su país no tuvo ninguna participación en la llegada de Zelaya a Honduras y que llegó a la embajada desarmado y junto a su esposa. “Esperamos que esto abra una nueva etapa en las negociaciones y que una nueva solución basada en la Constitución pueda lograrse”, manifestó.
Recordó que la posición de su gobierno “siempre ha sido muy clara en repudiar el golpe de Estado y en apoyar el regreso del presidente Zelaya rápida y pacíficamente”.
“Si algo le pasa al presidente Zelaya o a nuestra embajada será una violación al derecho internacional”, advirtió.
Zelaya dijo que intenta contactar al gobierno interino. “A partir de ahora empezamos a buscar el diálogo...hago un llamado a las fuerzas armadas para que no derramen sangre inocente”, dijo en una entrevista telefónica.
“Es hora de que bajen los fusiles”, afirmó.
Una declaración aprobada en reunión extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA) exigió “a las autoridades de facto plenas garantías para asegurar la vida e integridad física del presidente Zelaya y un trato consecuente con su alta investidura, así como el retorno a la presidencia de la República”.
Sin referirse directamente al pronunciamiento del organismo regional, Micheletti expresó que “en el país prevalece la ley y no habrá disturbios ni violencia... la presencia de Zelaya en el país no cambia nuestra realidad (porque) él fue removido legalmente el 28 de junio por la Corte Suprema y el Congreso”. Tras el golpe, Zelaya tuvo como base Nicaragua para movilizarse a los diferentes países de la región latinoamericana para promover su restitución en la presidencia hondureña.
Zelaya dijo a periodistas que el secretario general de la OEA José Miguel Insulza arribará hoy martes a Tegucigalpa para buscar una salida pacífica al conflicto.
Zelaya dijo que durante 15 horas utilizó varios transportes que lo llevaron por varias regiones del país, aunque evitó dar detalles, porque aseguró que recibió colaboración de distintas personas que de ser identificadas podrían ser dañadas.
Agradeció el apoyo del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y de Amorim.
UNA TENSA CALMA EN LA CAPITAL
Un ambiente de tensa calma se apoderó de Tegucigalpa, la capital hondureña, luego de que tras 86 días de estar ausente el derrocado mandatario de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, regresara ayer.Las personas recibieron esta vez con tranquilidad el informe de que Zelaya ya estaba en suelo hondureño, aunque siempre hay un nivel de preocupación, lo que se evidencia en que la mayoría de los ciudadanos sintonizaran las emisoras noticiosas, al contrario de lo que hacen en épocas normales, cuando predominan las radios musicales.
Aunque la información comenzó a propalarse por medio de canal 36 y radio Globo, medios afines a Zelaya, en principio el gobierno y la población no daban crédito a la versión inicial.
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