sábado, 26 de enero de 2008

El legado cultural duartiano

SANTO DOMINGO.- El peso de Juan Pablo Duarte en las páginas históricas opaca su comprometida labor cultural. Sin embargo, quienes deciden sumergirse en la maraña documental que rodea la vida y obra del patricio, encuentran múltiples paralelismos en ambas facetas.

Sin dudas, y así lo afirman teóricos e historiadores, la obra de Duarte es patrimonio tanto histórico como cultural de los dominicanos.

El haber sido la primera palanca para conquistar la soberanía nacional no impidió que Juan Pablo desarrollara múltiples actividades culturales, de entre las cuales el catedrático, escritor y dramaturgo Haffe Serulle destaca su profunda afición al teatro, que luego se convertiría en vehículo de propaganda política.

La literatura también estuvo entre sus pasiones y fue, según el literato y presidente honorífico del Instituto Duartiano, Mariano Lebrón Saviñón, un desahogo en los tiempos más turbulentos de su vida.

Además de los aportes del propio prócer, que permanecen imborrables aún después de su desaparición física, su imagen y sus aspiraciones se han transformado en arte y en cultura, que se muestra tangible en sus bustos, estatuas, pinturas, dibujos y esculturas, o intangible en obras de teatro, himnos y canciones que han surgido de la creatividad popular para ensalzarlo.

El nombre del más ilustre de los dominicanos también es hoy parte de la agitada rutina de sus compueblanos apareciendo en calles, avenidas, autopistas, edificaciones, parques y barrios del país, evidenciando la admiración y el respeto que se le profesa en el país.

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