Moradores de esta desolada y escarpada zona a 29 kilómetros de San Cristóbal, aseguran que dos yipetas fueron vistas circulando por el lugar el día de la tragedia, sin que nadie haya podido ofrecer las marcas y números de placas.
Aseguran que la yipeta incendiada era negra, mientras el otro vehículo era blanco. Antes de que ocurriera la tragedia, los ocupantes del último retornaron rápidamente hacia San Cristóbal a través de Hato Dana.
Precisaron que antes de que ocurriera la explosión de la yipeta un hombre de tez clara se desmontó de ella y subió al vehículo que retornó a San Cristóbal.
Revelaron que dentro de la yipeta quemada fue hallado muerto un hombre también de tez blanca, al parecer extranjero, que tenía quemado un brazo y una pierna, y presentaba huellas de golpes en la cabeza y el pecho.
Dijeron que dentro de la yipeta sólo hallaron restos humanos cortados, como si los cuerpos hubiesen sido descuartizados.
“Sólo hallamos pedazos de cuerpos y algunos huesos totalmente quemados”, dijo uno de los primeros lugareños en llegar a la escena del hecho.
Agregó que también hallaron intestinos y vísceras humanas calcinadas, pero que las cabezas y extremidades de los ocupantes de la yipeta no fueron encontradas.
Reveló que en lugar fue hallado un recipiente rojo con restos de un aceite inflamable que al parecer estaba dentro del vehículo incendiado.
Los testigos del hecho, que pidieron no ser identificados, dijeron que las dos yipetas se dirigían desde este paraje a la comunidad de Calimete, una de las últimas poblaciones antes de llegar a las inmediaciones de la presa de Jigüey-Aguacate.
“Esos vehículos son raros por aquí, porque por aquí nadie tiene yipeta, y la gente que viaja para San Cristóbal, lo hace en unas camioneticas que pasan por la mañana y suben en la tarde”, dijo un agricultor que siembra cacao.
Agregó que salvo algunas motocicletas de residentes en la región, son muy escasos los vehículos de motor que circulan por el lugar.
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