Estos individuos tienen tres veces más probabilidades de sufrir un episodio alucinatorio que aquellos con bajo consumo. La explicación se encuentra en el hecho de que la sustancia incrementa los efectos psicológicos del estrés. Como respuesta orgánica ante la tensión, el cuerpo segrega una hormona llamada cortisol, y se libera aún más cuando se consumen cafeína, esta cantidad extra es la que provoca las alucinaciones.
Según el doctor de psicología, Simon Jones, este tipo de efectos secundarios no son necesariamente señal de enfermedad mental e, incluso, que el 3 % de la población británica es propensa a ‘escuchar voces’ de individuos que no se encuentran a su alrededor.
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