Los cuerpos estaban maniatados y amordazados, algunos en ropa interior o desnudos, y les habían colocado una bolsa de plástico en la cabeza. Además, a algunos les habían cortado la lengua.
Las nuevas víctimas se suman a las más de 3.000 que ha causado la violencia en México durante este año. En concreto, en Tijuana, el pasado viernes un alto mando de la Policía nacional fue tiroteado por presuntos sicarios del narcotráfico. Además, varios ataques en los alrededores de la ciudad mexicana causaron tres policías muertos.
Las circunstancias del último crimen apuntan a que los 16 cadáveres hallados en dos lugares distintos de la ciudad fronteriza con Estados Unidos, más otro muerto localizado en un tercer punto de esa ciudad limítrofe con San Diego, en EE UU, podrían deberse a una venganza entre bandas criminales rivales.
Amontonados en un descampado
De los 17, 12 fueron descubiertos la madrugada mexicana del domingo al lunes, tumbados en fila. Algunos de ellos estaban amontonados, en un baldío cerca del centro de la ciudad, en mitad de una urbanización habitada de la colonia Sepanal y junto a la escuela Valentín Gómez Farías.
Los fallecidos, entre los que había una mujer, tenían entre 25 y 35 años, y presentaban el tiro de gracia en la cabeza, según ha informado José Manuel Yépiz, titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Baja California, al que pertenece Tijuana.
La amenaza del 'ingeniero'
Cuatro de los cuerpos se hallaron en un terreno abandonado de una urbanización, junto a una cartulina con la leyenda “Esto les va a pasar a todos los que anden con el 'ingeniero'. El ingeniero es el apodo de Fernando Arellano Félix, considerado jefe del cártel de drogas de Tijuana, por lo que se cree que esas cuatro muertes pudieron deberse a un ajuste de cuentas al igual que las 12 muertes anteriores y otro asesinato a sueldo cometido anoche en la misma ciudad.
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