viernes, 12 de septiembre de 2008

Hipólito sugiere un gran frente nacional para “reencauzar” el país

SANTO DOMINGO.- El expresidente Hipólito Mejía propuso la creación de un “gran frente nacional opositor”, de amplia base, en el que estén representadas todas las organizaciones de la sociedad y sectores económicos de la República Dominicana.

Mejía hace esta propuesta en una carta pública que remitió a la dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en la que sugiere que este frente sea conformado “sobre la base de un programa mínimo de lucha y conquista del Poder con la finalidad de reencauzar el destino democrático de la nación”.Pide que esta coalición de fuerzas sociales, aunque evidentemente dirigida por el PRD como centro de gravedad política, sea “plural en su conformación y decisiones”.


Hace esta solicitud tras considerar que la crisis de nuestro país se agrava cada vez más. Mejía envió copia de su carta a ALMOMENTO.NET.


“Al encarecimiento de los combustibles, los alimentos, las medicinas, el transporte, se agrega una administración nefasta que ha ido transformando nuestra Patria en un gran mercado clientelista, donde sólo acceden quienes doblan su cuello ante el poder”, agrega.


“El país observa con asombro la corrupción, la compra de políticos, la paga de favores, la caridad tramposa que compra dignidades y el gasto monstruoso de un gobierno que sólo busca perpetuarse. Esto, unido al ilusionismo de un presidente que niega, niega y niega, vendiendo sueños imposibles e imágenes desquiciadas propias de un megalómano, ha logrado encontrar la receta más perversa para mantenerse en el poder”, dice la comunicación. LA CARTA
El texto de la carta es el siguiente:



R. Hipólito Mejia D.
Santo Domingo, D. N.


9 de septiembre de 2008
Señores


Ing. Ramón Alburquerque, PresidenteLic.


Orlando Jorge Mera, Secretario General


Partido Revolucionario Dominicano


Santo Domingo, D. N.



Estimados compañeros:
La crisis de nuestro país se agrava cada vez más. Al encarecimiento de los combustibles, los alimentos, las medicinas, el transporte, se agrega una administración nefasta que ha ido transformando nuestra Patria en un gran mercado clientelista, donde sólo acceden quienes doblan su cuello ante el poder.


El país observa con asombro la corrupción, la compra de políticos, la paga de favores, la caridad tramposa que compra dignidades y el gasto monstruoso de un gobierno que sólo busca perpetuarse. Esto, unido al ilusionismo de un presidente que niega, niega y niega, vendiendo sueños imposibles e imágenes desquiciadas propias de un megalómano, ha logrado encontrar la receta más perversa para mantenerse en el poder.


Compañeros, todavía no hemos logrado hacer conciencia en grandes sectores del país acerca del mal que se le está haciendo a nuestra Patria. Mientras nosotros discutimos angustiados, el señor del Palacio ríe y sigue repartiendo dádivas, comprando conciencias, invocando ilusionismos y construyendo pirámides como el Metro, mientras centenares de miles de dominicanos están pasando hambre.


Y parte de esa terrible realidad es nuestra responsabilidad. Porque no hemos estado a la altura de las circunstancias. El egoísmo, la falta de solidaridad, el mirar por lo propio más que por el bien del país, también nos ha contaminado.


Hemos desperdiciado mucho tiempo, numerosas oportunidades, demasiado talento y vocación. Y las oportunidades no son infinitas. El mundo está cambiando y nuestro Partido no avanza al ritmo de los tiempos. Sólo en la medida que seamos capaces de mirar más allá de nuestros propios intereses, seremos capaces de convencer a los demás. Es lo que esperan de nosotros los jóvenes que recién comienzan sus vidas. Es lo que necesitan ver en nosotros los pobres que esperan soluciones concretas a los problemas de sus vidas sin oportunidades. Y es lo que esperan de nosotros miles y miles de dominicanos y dominicanas para quien nuestro Partido es la única esperanza de una sociedad mejor. No hay alternativa. Debemos renacer. Debemos renovarnos. En los últimos tiempos hemos avanzado mucho, pero aun tenemos grandes desafíos por delante para poder vencer al poderoso adversario al que nos enfrentamos. Para avanzar en la dirección correcta tenemos que ser capaces de asumir nuestra responsabilidad histórica con determinación, desprendimiento y espíritu unitario.


¿Cuáles son, a nuestro juicio, las condiciones para seguir avanzando? Primero la unidad; segundo, la representación real de las necesidades de nuestro pueblo; tercero, estar lo más preparados para solucionar los problemas del país y darle un futuro mejor. ¡Así de simple! Pero no se trata de la unidad detrás de mí o de cualquier otra persona, no se trata de mis necesidades, no es que sean mis ideas las que deben ser seguidas. Se trata de algo mucho mayor. De la unidad de todo el Partido en busca de las mejores soluciones a los problemas que agobian a nuestra gente.


En este mundo nuevo, cada vez más complejo y tecnificado, las soluciones debemos buscarlas en nuestras raíces. Ya no valen las recetas del pasado, pero sí importan, y cada vez más, los principios que nos guiaron al nacer como organización. Con principios, con una orientación ética y moral clara, hay un futuro posible y brillante para todos nosotros.


Hoy, enfrentados a un exigente calendario en el cual debemos decidir la renovación de nuestras autoridades, la estrategia para las futuras elecciones, las banderas que levantaremos y quiénes serán nuestros representantes, creemos que lo mejor es que hagamos una pausa.


Detenernos para establecer reglas claras, consensuadas e inamovibles que todos respetemos. Detenernos para lograr que cada dirigente sea capaz de explicar las razones por las cuales él no es el mejor candidato, sino su compañero. Detenernos para conseguir que estemos absolutamente seguros de que nuestros planteamientos y propuestas, además de darnos votos, representan un camino genuino para mejorar la vida de cada dominicano y dominicana. ¿Cómo lograr esos objetivos?


Comencemos por la unidad. La unidad se logrará sólo en la medida que nuestros dirigentes asuman que, sin ella, no existe un futuro posible. Y nadie puede restarse a esta afirmación. Es necesario que nuestras principales cabezas se unan sin condiciones de ninguna especie –y en la discreción que da su experiencia y su sabiduría— para decidir cuáles son los más capacitados para administrar nuestra unidad. Hoy, dentro del Partido, necesitamos líderes sabios, experimentados, generosos, capaces de lograr consensos, de unir. Por sobre todo, de unir.


Hoy, es necesario que los líderes del Partido demuestren –más que sus dones de mando— sus dones de generosidad, de ser capaces de resignar sus propios y legítimos intereses en aras de una dirección unitaria y consensuada. No se puede defender parcelas, cuando todo el campo se está incendiando.


¿Unidad para qué? Para retomar el camino del poder. ¿Cómo hacerlo? Renovando el discurso y la plataforma que el Partido ofrece al país. Pero renovar no significa renegar del pasado ni apartarse del significado histórico del Partido, sino adecuar nuestros principios y valores a los nuevos tiempos y la nueva realidad.


¿En qué basamos nuestra identidad? ¿En qué nos diferenciamos del PLD? El PRD es socialdemócrata, busca una distribución más equitativa de los beneficios y de los sacrificios. El PLD es tecnócrata y clientelista y desde el Gobierno ha demostrado –antes y ahora— que concentra los beneficios en los de arriba e impone los sacrificios a los de abajo. La distribución justa es nuestra bandera. La de nuestro adversario es la desigualdad.


Estos son nuestros principios y nuestra identidad. Lo han sido siempre. Y hoy deben seguir siéndolo, expresados en función de la realidad actual. Porque el Partido sólo volverá a ser el genuino representante de nuestro pueblo en la medida que sea capaz de convertir estos principios en propuestas concretas.


¿Cómo hacerlo desde la oposición? Defendiendo a los millones de afectados por la irresponsabilidad del Gobierno actual. Poniéndonos de su lado. No sólo en la denuncia, sino también en la solución.


Allí donde haya pobreza, fomentar la organización; compras por mayoreo, ollas comunes, iniciativas solidarias, colectas, cualquier herramienta que ayude en forma concreta a sobrevivir mejor la miseria.


Allí donde azota la delincuencia, fomentar la solidaridad. Las organizaciones barriales para dar alerta de delitos, la ayuda a las víctimas, asesorías legales, cualquier recurso que las ayude y les demuestre que estamos de su lado.


Allí donde no haya desempleo, fomentar la cooperación. Programas de trabajo temporal en los ayuntamientos que tenemos, organización de cooperativas y pequeños productores, iniciativas para mejorar la micro-producción, huertos colectivos.


Nuestro accionar no se puede agotar en la denuncia. Es necesario que desde la oposición seamos capaces de proponer, de ayudar, de hacernos parte de las desdichas que sufre la mayoría. Si somos capaces de reorganizar a nuestro Partido en aras de la comunidad, si nuestro mayor empuje no está dirigido a nuestros compañeros sino a los que más sufren, si somos capaces de dejar que la solidaridad se apodere de nosotros, habremos triunfado.


Entonces, seremos en verdad los representantes de las grandes mayorías y ellas nos preferirán. Hagamos un alto en el camino y decidamos nuestros próximos pasos, los cuales nos habrán de conducir hacia la toma del poder a favor de la gente. En aras de estos propósitos planteamos:


1ero. La creación de un gran Frente Nacional Opositor, de amplia base, apelando a todas las organizaciones de la sociedad y sectores económicos, sobre la base de un programa mínimo de lucha y conquista del Poder con la finalidad de reencauzar el destino democrático de la nación. Ese Frente de fuerzas sociales, aunque evidentemente dirigido por el PRD como centro de gravedad política, tiene que ser plural en su conformación y decisiones.


2do. En medio de las actuales circunstancias, el PRD no puede involucrar a su militancia y dirigencia en una lucha de desgaste por la ocupación de los puestos directivos internos, cuando pende sobre el cuello de la democracia una espada de muerte. Desatar y estimular individualismos, aun cuando se produzcan en medio de una votación democrática, limita y erosiona la necesaria unidad del Partido.


Por ello, lo ideal sería que el Partido se abocara en su próximo proceso interno, a fomentar desde ahora, en todos los organismos de dirección donde sea posible, el consenso para la renovación de sus autoridades. Aquellos lugares donde no se pueda el consenso, hacer convenciones, convenciones sí, pero sin traumas.


El Partido tiene que salir airoso de todas las citas internas de lucha por posiciones, tiene que definir las reglas, para que este proceso sea lo menos traumático posible. Tenemos que definir rápidamente cómo vamos a enfrentar las congresuales del 2010 para aumentar nuestras bancadas.


3ero. Hacer un programa donde se sinteticen las aspiraciones de los sectores más democráticos de la nación, por el desarrollo sostenido y el crecimiento humano de la sociedad. Este programa debe estar vinculado a una línea de comunicación efectiva que defina los alcances de las orientaciones y su práctica por la toma del Poder.


Profundamente convencido de que mi papel en este momento se debe por entero al fortalecimiento del Partido y al apoyo a os resultados del seminario de la Comisión Política, sintetizados magistralmente por la Comisión Relatora que encabezara doña Ivelisse Prats Ramírez de Pérez y un equipo de compañeros de la más alta calificación. Asumo pues la responsabilidad de trabajar sin descanso por la unidad de nuestro glorioso Partido Revolucionario Dominicano.



Atentamente,



Hipólito Mejía D.
Vicepresidente PRD

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