Es una lástima que una fiesta tan concurrida como la de este sábado en La Terminal fuera desbaratada a tiros limpios por gente indeseable, enemiga de la convivencia y de la paz social.
Anthony Santos volvió a hacer historia al reunir en un local a más de 2,500 personas que pagaron la más cara taquilla que artista alguno de su género ha provocado en sus presentaciones.
El entorno de La Terminal por la Avenida España era un verdadero tapón desde pasadas las ocho de la noche, debido a la movilidad de vehículos que generó en la zona la presentación de Santos, con gente subida en los techos de autobuses, camionetas, así como en las azoteas de los edificios circundantes para ver o escuchar de lejos las canciones de ese fenómeno de popularidad.
La presentación de Anthony se inició pasada la 1:30 de la madrugada del domingo debido a un sinnumero de inconvenientes que se presentaron, como fue el hecho de que el fallo del servicio de energía eléctrica y la entrada en operaciones de una planta de emergencia sin la capacidad adecuada, impedían el uso de los potentes equipos de amplificación del cantante.
Ello y las dificultades de acceso que había en la zona debido al cúmulo de gente, provocaron el inicio retrasado de la atuación de Santos.
Con Anthony ya en el escenario hubo que esperar a que un cambio de planta de emergencia se produjera para poder inciar la actuación del artista, que esperó en tarima la solución del inconveniente.
Hubo protestas del público con gente que se desesperaba por la tardanza, pero cuando el problema se corrigió y Anthony apareció en escena, se olvidaron los resabios y todo fue alegría.
El artista prometió que se quedaría en el escenario hasta la salida del sol y la gente se olvidó del percance y recibió con agrado el arsenal de bachatas y merengue que de inmediato se le comenzó a ofrecer.
Pero, en el momento en que la gente más gozosa estaba sonaron algunos disparados y luego otros, que provocaron que la multitud se dispersara, llevándose hasta las sillas del lugar, sin que la policía y los guardias de seguridad pudieran hacer nada.
Lo demás ya se lo pueden imaginar...un caos con tanta gente queriendo salir del recinto al mismo tiempo.
Muchos disgustados porque habían invertido un dineral para estar allí, entre ellos algunos que habían venido desde el interior del país y otros que habian llegado de Miami.
LOS ERRORES
En la administración de La Terminal se quisieron pasar de listos con la amplia concurrencia a la fiesta de Anthony Santos organizada por el periodista Carlos Batista Matos.
Pretencían convertir en VIP todas las localidades, es decir que se quería obligar a todos los asistentes a consumir whisky Johnny Walker con precios que iban desde 5 mil a 15 mil pesos, dependiendo si la etiqueta era negra, gold o blue.
Hubo gente que protestó airada al momento de llegar, pero por suerte el colega Batista Matos se dió cuenta del asunto y se opuso a la exigencia.
De todas maneras había que ver el derroche de whiskies costosos que había en la actividad, pues quien deseaba estar en la parte delantera tenía que cantearse con un blue label.
Algo que no me gusta de esas fiestas populares es la cantidad de “jodedores” que van a las mismas en actitud prepotente poniendo de manifiesto su falta de educación hogareña, sus groserias y su permanente agresividad.
Sin embargo son los clientes mejores atendidos por los camareros de esos lugares.
Estuve un rato en una mesa VIP que Carlos Batista tenía para sus invitados, donde estaba la bella Nashla Bogaer, con quien me tocaba hacer la presentación formal en tarima del show de Anthony Santos.
No quieran ustedes saber lo que hubo que esperar para que tanto a Nashla como a otras muchachas que estaba en la mesa les atendieran y trajeran un pedido.
Los mozos ni caso les hacían, porque para ellos solo existían las mesas de los “jodedores”.
Ni siquiera les importaba que la mesa era la del organizador de la fiesta.
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