Santo Domingo.- El diputado Pelegrín Castillo pasa revista a las múltiples aristas del artículo 30 de la Constitución, desde el punto de vista de sus implicaciones legales, políticas, socioculturales, económicas e internacionales.
En una entrevista concedida a LISTÍN DARIO explica en detalle los objetivos y perspectivas del proyecto que sometió el Poder Ejecutivo a la Asamblea Revisora, que fue aprobado y está a la espera de su ratificación.
El tema del derecho a la vida es expuesto por el legislador con una visión local defensora de la existencia humana en cualquier circunstancia que se produzca y en rechazo al empuje externo por imponer un control natal basado en las libertades individuales. A continuación la entrevista.
¿Qué se persigue con la aprobación del artículo 30 de la propuesta constitucional del Poder Ejecutivo?
Esa discusión es una de las más importantes en los debates constitucionales, pues trata del valor y alcance que los poderes públicos le reconocen a la vida humana: ¿Es un derecho fundamental absoluto, o es un derecho fundamental relativo?
¿Cuál es la diferencia?
Cuando la Constitución consagra un derecho fundamental absoluto, el legislador ordinario no tiene capacidad de establecer excepciones o restricciones al mismo. En cambio, cuando se confiere el carácter de derecho fundamental relativo, sí permite el establecimiento de límites y excepciones en la legislación adjetiva o en el ejercicio del poder reglamentario.
En la actual Constitución, ¿Cuáles derechos fundamentales pueden ser considerados absolutos y cuáles relativos?
Cuando se lee con atención el artículo 8 es fácil comprobar que la vida de las personas y su integridad física son derechos fundamentales absolutos, ya que no se confiere mandato al Congreso Nacional para limitarlos, restringirlos o cesarlos mediante ley, ni siquiera después de declarado un estado de excepción con motivo de una guerra. Sin embargo, no sucede así con todos los demás derechos. Si bien son fundamentales ñcomo las libertades de tránsito, de expresión del pensamiento, de asociación, de empresas, el derecho de propiedad y el derecho al trabajo- tienen un carácter relativo en cuanto el legislador ordinario tiene un mandato expreso de regular su ejercicio, las condiciones de su realización, incluidas excepciones y restricciones, que las más de las veces tienen que ver con el ejercicio de otros derechos y libertades.Entonces, si la vida tiene ese carácter de derecho fundamental absoluto. ¿Por qué es necesario establecer una nueva formulación más categórica?
Es necesario hacer explícito ese carácter absoluto que tiene la vida como derecho fundamental, porque en los últimos años se han incrementado los esfuerzos, manipulaciones y presiones por despenalizar el aborto, iniciando en la nación dominicana el proceso verificado en otras partes del mundo: Se empieza discutiendo los llamados casos excepcionales -aborto por violación, incesto, con fines “terapéutico”, y luego de que se asegura esa cabeza de playa, se amplían los supuestos de despenalización e, incluso, de abierta legalización.¿En qué se basa usted para afirmar eso?
Me baso, no sólo en la experiencia de otros países, sino en los planteamientos que formularon muchos de los líderes y organizaciones que intervinieron en ese sentido en las vistas públicas efectuadas con motivo de la discusión del aborto en el Código Penal, que no dejan dudas de cuáles son sus pretensiones: Hacer prevalecer la decisión de la mujer sobre su propio cuerpo y sobre la vida del no nacido. Sencillamente se ha reforzado el marco constitucional para que eso no ocurra en el futuro, partiendo de la premisa de que en la jerarquía de los bienes y valores jurídicos la vida predomina sobre la libertad. No olvidemos que todos los derechos, libertades y garantías se constituyen para la vida de los seres humanos.
¿Qué sucede cuando peligra la vida de la madre? ¿No impedirá el artículo 30 que se preste atención a la madre durante un embarazo complicado y riesgoso?
Eso es falso de toda falsedad. Eso es parte de una campaña de desinformación e intimidación sobre las mujeres y las familias. Ese artículo 30 en modo alguno afecta la capacidad de los médicos ante un embarazo difícil. Ellos están facultados a procurar la salud y la vida. Si surgiera una urgencia obstétrica deben observar los protocolos, que en cada caso están contenidos en la guía de emergencias obstétricas. Si después de haber realizado esfuerzos en salvar ambas vidas, ello no resulta posible, están facultados a decidir -no a matar la vida de la criatura- sino a salvar la vida de la madre, aunque indirectamente esa decisión provoque la muerte de la criatura.Afortunadamente, estos casos son cada vez más infrecuentes. Actúan legalmente en lo que se conoce en derecho penal como situación de estado de necesidad y no tienen ningún riesgo ni responsabilidad penal. Ahora bien, hay profesionales de la salud que preferirían recurririr a la vía fácil e irresponsable y ante la primera complicación sacrificar a la criatura con mandato legal. ¿Es eso legítimo, es eso humano?. ¿No plantea acaso otros problemas más serios, que afectan a la salud reproductiva de la madre?.
¿Entonces, en cuáles casos está justificado suprimir la vida humana?
Para los que creemos que la inviolabilidad de la vida es un derecho natural, está en la naturaleza de las cosas que cuando la vida es objeto de una agresión grave e injusta se puede ejercer la legítima defensa; y cuando una o más vidas están en peligro y no es posible salvar una sin el sacrificio de la otra, se configura el estado de necesidad, que anteriormente explicamos.Fuera de esas situaciones no hay base legal ni moral para suprimir una vida. ¿Con qué derecho los poderes públicos pueden autorizar la muerte de una criatura inocente, cuando la madre está embarazada como resultado de una violación o un incesto? ¿Acaso un crimen puede borrar otro crimen?. ¿Con qué derecho puede decidirse que un futuro discapacitado no merece vivir? Resulta irónico que muchos de los que abogan por la despenalización del aborto están radicalmente opuestos a que se establezca la pena de muerte contra los narcotraficantes, los grandes corruptos, los criminales irredimibles, e incluso a que se tomen medidas de prevención y control que inutilicen a los agresores sexuales y a los pedófilos.
En este debate se precisa de más consistencia, de más coherencia: Si vamos a darle a la vida el carácter de un derecho fundamental relativo, en el mismo plano, por ejemplo, la libertad de tránsito, tendríamos que prepararnos para enfrentar todas las consecuencias de esa definición.
¿Cuáles serían otras implicaciones del tipo de reconocimiento que hagan los poderes públicos de la vida?
Es importante que analicemos todas las implicaciones de este debate, que algunos analistas están tratando de reducir en forma tendenciosa, falsa, grosera, a una confrontación entre ciencia y fe, entre iglesia y médicos, entre enfoque medieval y la conquista “progresista” de los últimos derechos. Las implicaciones son enormes, trascienden el ámbito de la moral y las confesiones religiosas, o de las pretensiones científicas o seudo científicas. Se trata de una confrontación cultural, existencial, de enfoque de civilización alrededor de la naturaleza humana, del sentido de la vida.¿En qué sentido?
No debemos olvidar que a escala global, impulsado por los grandes centros de poder mundial, se expande una civilización materialista, consumista, hedonista, que fomenta una visión de relativismo y permisidad en todos los ámbitos de la existencia humana, donde la libertad de los individuos es exaltada en forma enfermiza como la mayor de las potencias frente a la que deben colocarse los menores limites, las menores restricciones, y que siempre tendera a dominar sobre otros derechos y garantías.¿Y cuáles son las consecuencias de esa visión antropológica, de ese concepto del destino humano?
Ese concepto del destino humano, definiendo que hay ciertos tipos de vida buena que son los que merecen vivirse, mientras que otras no lo son -así como la sobre exaltación de la libertad humana- de los individuos, es el que está provocando que a escala planetaria se despenalice y legalice el aborto, se estimule la eutanasia, la eugenesia y el suicidio asistido, se recurra a una agresiva visión contraceptiva con efectos perversos en la tasa de desfertilización y de morbilidad, o incluso de esterilidad. Asociado de ese mismo enfoque es que se están promoviendo con el mayor desenfado, la visión de “las familias alternativas”, matrimonio de un mismo sexo con capacidad de adoptar. ¿No estamos viendo, cómo se difunde por Discovery Channel la ocurrencia aberrante de “hombres embarazados”. Si oponerse a todas esas tendencias es ser medieval, entonces seremos medievales y rechazaremos esos falsos progresismos.
¿Es qué se pretende recrear la naturaleza humana?
La idea de la libertad sin límites en capacidad de predominar sobre otros valores como la vida y la familia, es la que está íntimamente asociada a la idea de que en la naturaleza humana existen “N” posibilidades de crearse y recrearse con el apoyo de la ciencia y la tecnología. La clonación de humanos ya es una posibilidad, así como el diseño y fabricación de humanoides, o peor aún, los laboratorios de embriones humanos para extraer materias primas genéticas con fines curativos, para hacer posible el sueño de una vida ultralongeva, “matusalénica”, en capacidad de romper o acomodar a discreción los vínculos del individuo con la especie. Convertir al ser humano en una ostra, como decía Pierre Chanau.Y ese artículo 30, ¿No impedirá el desarrollo científico?
En modo alguno, la ciencia hay que estimularla y reconocerla, y creo que mi récord legislativo me da alguna autoridad para decirlo, pero también por ser tan poderosa debe ser sometida a vigilancia y control, a límites bioéticos, legales y constitucionales, sobre todo en naciones con tan débil institucionalidad y tan condicionados por los poderes foráneos. Definitivamente que no puede resultarnos indiferente el Nazi Mengele que el humanista Luis Pasteur: Sino sabemos distinguir, fracasaremos como sociedad, porque la libertad científica sin responsabilidad conduce a una sociedad deshumanizada, despótica.
Afortunadamente, los desarrollos científicos en campo de la biogenética permiten abrigar esperanza de que, auque cueste algo más, es posible que la ciencia y la ética avancen de la mano.
Pero además de esa discusión sobre las premisas existenciales, antropológicas ¿Qué otras implicaciones o derivaciones existen?
Ciertamente, la experiencia de muchas naciones en las que se implantó la visión antinatalista, descansando en bases materialistas, ultraliberales o utilitarismo, tienen muchas lecciones que ofrecernos. En el orden demográfico los ejemplos de Rusia y Ucrania, antiguas Repúblicas Soviéticas, ilustran bien sobre los estragos que provocan las políticas que se desprenden de esa visión. Noventa años después, ambas pierden población años tras años en forma dramática, a vez que estas envejecen y declinan.
En Europa, la situación no es menos inquietante: El Fondo de Población de Naciones Unidas les informó a los gobiernos europeos que en los próximos 25 años requerirán de 130 millones de inmigrantes para mantener sus sistemas productivos y de seguridad social. Por eso algunos expertos hablan de que hace décadas que Europa cometió un suicidio demográfico.
Si China no aplica la política de un solo hijo, ¿Habría alcanzado los niveles de crecimiento económico espectaculares?
China es un caso muy especial en materia demográfica. Su rígida política de control natal ha generado un curioso desequilibrio entre los géneros. Hay cerca de 70 millones de chinos sin pareja, porque se abortaban las hembras. Es una experiencia impresionante, que ha menor medida se repite en la India, y que debería ser evaluada por las feministas que abogan por la liberalización del aborto.
¿Qué sucede en América Latina?
Después de décadas de despenalización del aborto, limitado a ciertas circunstancias comúnmente, impulsadas desde el exterior, se están produciendo reacciones muy interesantes en contrario, y no precisamente de parte de sectores de derecha conservadores o católicos. Ahí están los ejemplos de los sandinistas en Nicaragua, el FMLN en El Salvador, la lucha del diputado Bassuma, del PT Brasileño. De los fundamentos del veto legislativo que el presidente uruguayo Tabaré Vásquez, -ginecólogo, agnóstico y de izquierda- el que más debemos destacar es su afirmación de que “La calidad de una sociedad se mide por el tipo de protección que brinda a sus seres más indefensos”.
Se tenga una posición humanista, confesional o incluso atea, si se piensa en preservar el estado nación, hay que cuidar su principal recurso que es el recurso humano y su fundamentos demográficos.
¿Existe una estrategia neomaltusiana, de darwinismo social, detrás de estas posiciones antinatalistas y proaborto?
Es evidente que en ciertos círculos del poder mundial se asume la perspectiva de que los grandes desafíos que enfrenta la humanidad deben abordarse mediante la reducción de la población mundial, antes que cambiando los modelos de producción y consumo, los insostenibles estilos de vidas prevalecientes. Por ejemplo: Es natural que una nación como Estados Unidos ñque tiene la huella ecológica más elevada del planeta- 9-7 hectáreas por habitantes, cinco veces la media mundial ñsea el principal promotor de ese enfoque, y es algo que sobre todo asumen las administraciones demócratas en forma militante. No debemos olvidar aquella afirmación de Robert McNamara, ex secretario de Defensa y ex secretario del Banco Mundial, de que “un dólar invertido en control natal era más útil a los intereses norteamericanos que un dólar dedicado a contrainsurgencia”.
¿Y por qué los grupos de izquierda, radicales, alegadamente antinorteamericanos, coinciden con este enfoque?
A parte de que tienen en común una visión materialista, que los lleva a negar la existencia de vida humana en el embrión y en el feto, es bueno recordar que al caer el muro de Berlín - que aparentemente le cayó en la cabeza a alguno de estos especímenes, por lo que todavía están perturbados- muchos grupos y elementos de izquierda decidieron abrazar con fervor ciertas causas, a través de las ONG internacionales, que contaban con generosos patrocinios norteamericanos y europeos. Después de todo son militantes profesionales o profesionales de la militancia. Sin embargo, hay muchos que están alienados por el propio sistema que combaten y no perciben que en los hechos le hacen el juego a esos intereses, que tiene como meta disponer con poca o ninguna restricción, en los mercados laborales, de la mano de obra femenina.
Hay quienes sostienen que esa disposición del artículo 30 no impactará la realidad del aborto, ¿Qué opina usted de esto?
Ciertamente se alega que dado que no se persigue ni se sanciona, esta infracción debería despenalizarse: si aceptamos ese argumento deberíamos entonces proceder así mismo con la corrupciónÖ y con muchas otras infracciones.
Aunque es cierto que es difícil de reprimir -por la índole misma de la situación donde la madre también es la víctima- la legalización tampoco es solución y lo único que provocaría es un incremento de todas sus tristes secuelas. Frente a los problemas humanos y sociales difíciles -como en el embarazo no deseado o de adolescentes- las soluciones verdaderas nunca serán fáciles ni simples.
Ustedes vienen abogando por una agenda pro-vida, ¿En qué consiste esa propuesta?
En efecto, no basta mantener penas al aborto, ni fortalecer la protección constitucional a la vida desde la concepción. Urge desarrollar un programa proactivo a favor de la vida, que por lo menos debe tener ocho puntos:1ro. Creación de redes de protección y casas de acogida de la mujer embarazada, en especial, la que sufre presiones para abortar.
2do. Educación sexual fundada en valores y principios, no solo en el conocimiento de las técnicas de anticoncepción.
3ro. Políticas efectivas y ágiles de adopción nacional e internacional.
4to. Comunicación social sana, que limite o reduzca los estímulos indebidos sobre niños y jóvenes hacia un erotismo precoz, la pornografía y la promiscuidad sexual.
5to. Mejoramiento de los servicios de emergencias obstétricas a través de una mejor capacitación del personal médico.
6to. Sentar las bases constitucionales y legales para la adopción de medidas de prevención y control contra los agresores sexuales y los pedófilos.
7mo. Enfrentar la comercialización irresponsable de los potenciadores sexuales y las píldoras de emergencia, para evitar una generación de infértiles, impotentes y cardiópatas.
8vo. Adoptar medidas que garanticen que los derechos de la mujer embarazada y del recién nacido, incluso, en la fase del puerperio y primera infancia, no se vean menoscabados por las prácticas restrictivas de las empresas en materia laboral.
Como puede verse el compromiso con esta agenda es muy exigente. Demanda de un compromiso del Estado con la sociedad, el sistema educativo, los medios de comunicación, la familia, así como una apuesta a la responsabilidad de las personas.
¿Cómo usted evalúa la posición de la Iglesia Católica?
La posición de la Iglesia Católica y de todas las demás confesiones cristianas ha sido coherente con su visión sobre “la naturaleza humana hecha a imagen y semejanza de Dios”. Por tanto, con una dignidad especial, superior y única. Algunos, con mucha ligereza e ignorancia, tildan esas posiciones de medievales, cuando la realidad es que las prácticas de aborto la realizaban los pueblos primitivos como mecanismo de control natal y a partir de la consideración del feto como un objeto propio.
Todo el que conozca algo de historia universal sabe que los mayores aportes a la dignificación y superación del ser humano a lo largo de los siglos han venido de la cristiandad. Esa visión ha impactado el sistema penitenciario con la dulcificación de las penas, la eliminación gradual de la pena de muerte, la lucha contra la esclavitud, las limitaciones a la guerra, el reconocimiento de las condiciones de la mujer, la unidad de la humanidad, el destino universal de los bienes y la función social de la propiedad, y sobre todo el reconocimiento de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
En definitiva, visto desde la perspectiva de 2000 años, la Iglesia Católica y la cristiandad son una fuerza de humanización, de superación y perfeccionamiento de la especie humana. Castillo llamó a no olvidar que todos los derechos, libertades y garantías se constituyen para la vida del ser humano.
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