domingo, 3 de mayo de 2009

Decapitan en plena calle a un haitiano en barrio de Herrera

HASTA ANOCHE NINGUNA AUTORIDAD HABÍA APRESADO O INVESTIGADO A ALGUIEN POR LA EJECUCIÓN
Desde la derecha, Josué Aragonés, Manuel Feliz, el teniente (r) Jairo Quiroz y Ventura de la Cruz, vecinos de Buenos Aires, lamentaron el hecho de sangre.

Santo Domingo Oeste.- Eran las 2:45 de la tarde y la gente del barrio de Buenos Aires, de Herrera, se había arremolinado en la esquina de las calles 3 y 12, donde un grupo de hombres se disponía a ejecutar a un haitiano.

La escena recordaba la llamada “Era del Terror” de la Francia Revolucionaria del siglo XVIII. Un hombre joven y fornido, que hacía de verdugo, levantó un hacha y cercenó de un sólo golpe la cabeza del haitiano, en medio de la algarabía de los presentes que reían y aplaudían.

Aquello, que encrispaba el alma más insensible, parecía la ejecución de María Antonieta, pero en cambio no era más que la venganza contra el ejecutado. Los vecinos acusaban al haitiano de haber dado muerte la tade anterior a Pascual de León Lara, de 45 años, maestro de construcción y oriundo del barrio.

El cuerpo del haitiano quedó tirado boca arriba, con los brazos abiertos en forma de cruz en medio de la intersección, y su cabeza rodó varios metros por un declive de la entrincada calle 3, mientras dos casas más abajo familiares de León Lara velaban el cadáver de éste.

Crimen en Bayona

Según el relato de vecinos y familiares de Leon Lara, éste fue decapitado a las 6:00 del viernes por el joven haitiano que era empleado suyo, y también hirió a machetazos a otro hombre que acompañaba a la víctima. Este hecho ocurrió en Bayona, donde León Lara tenía unos solares yermos y el haitiano los cuidaba. María León, una hermana de Pascual, dijo a LISTÍN DIARIO que la familia no sabe exactamente lo que ocurrió, ni los motivos que tuvo el haitiano para matar a su pariente.

Ventura de la Cruz, un vecino, explicó que Lara fue a ver los solares y que allí le dio dinero al haitiano, cuyo nombre desconocen, para que comprara comida, y que repentinamente el extranjero lo atacó a machetazos y le cercenó la cabeza, dejando también herido a un primo que lo acompañaba.

Luego del hecho, amigos y familiares de Lara salieron a buscar al haitiano, porque, afi rmaron, la Policía ni preguntó como se llamaba el victimario. Lo encontraron al día siguiente a varios kilómetros de Bayona, en un barrio de haitianos, cerca de la cañada de Guajimía.

En vez de entregarlo a la Policía, la turba decidió llevarlo hasta el centro del barrio de Buenos Aires, y frente a la casa donde estaban velando el cadáver de su alegada víctima lo ejecutaron cercenándole la cabeza con un hacha, luego de golpearlo con odio y saña. Algunos testigos afi rman que no se trataba del mismo haitiano que cometió el crimen.

Las escenas fueron fi lmadas con celulares por decenas de jovencitos que luego las veían o las enseñaban a quienes no estaban presentes y recreaban los momentos de la ejecución.

El decapitado permeneció unas dos horas en medio del pavimento, hasta que a eso de las 4:30 de la tarde fue trasladado a Patología Forense, pero todavía anoche nadie lo había identifi cado. El séquito fúnebre con el cuerpo de Lara pasó por allí mismo, media hora antes, casi rozando el cuerpo sin cabeza del haitiano, que seguía tirado empapado de la sangre que corría calle abajo.

Altagracia Pérez, con semblante muy triste, mientras echaba agua y limpiaba con una escoba la sangre del frente de su casa, dijo que esa desgracia no hubiera sucedido si las autoridades judiciales y la Policía hubieran actuado y arrestado al haitiano. “Ni siquiera han venido a preguntar por la muerte del pobre Pascual, ni por la ejecución de su victimario”, se quejó. “Lo peor fue que tantos niños tuvieran que ver tan repugnante escena”, añadió.

Los vecinos dijeron que durante muchos años el centro de Buenos Aires fue un barrio azotado por la violencia y que en la misma esquina han matado a más de 20 personas.

“Luego del trabajo del general Burgos, esto se había pacifi cado con el desarme de las pandillas”, dijo el bodeguero Manuel Feliz.

SE MULTIPLICAN LOS CANTONES DE HAITIANOS

La creciente población de inmigrantes haitianos ilegales, que se dedican a toda clase de labores, principalmente a la construcción y a vender baratijas en las calles, se ha convertido en un serio problema social en el sector Buenos Aires de Herrera, denunció el presidente de la Junta Central de Vecinos, Basilio Benítez.

Ramón Boitel, miembro de la entidad, dijo que la comunidad no se opone a que los haitianos trabajen y vivan pacíficamente en el lugar, pero calificó de indignante la indiferencia y la falta de controles de las autoridades de Migración.

“No sabemos qué hacer, porque ya es difícil manejar y convivir con esta gran población de haitianos, no sólo de trabajadores, sino de mujeres y niños, que no tienen a donde ir, ni tienen dónde vivir”, protestó Boitel

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