Una escolta tradicional de hombres ataviados en túnicas negras y tocados rojos acompañaron al pontífice que caminó solemnemente hasta la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén, donde golpeaban con palos el suelo para anunciar su cercanía.
Benedicto XVI se arrodilló y besó la piedra rectangular donde se cree que fue colocado el cadáver de Jesucristo después de su crucifixión. Posteriormente entró a la estructura ubicada al interior del templo que marca el lugar donde estuvo la tumba de Jesús y ahí se hincó a orar solo durante varios minutos, con las manos entrelazadas en actitud de oración mientras algunos sacerdotes cantaban cerca.
En un discurso posterior, el Papa dijo a las personas congregadas en la iglesia que no pierdan la esperanza, un mensaje central durante su peregrinación en la que habló del Holocausto, de la política israelí-palestina y la disminución de los feligreses cristianos en la región.
"El Evangelio les garantiza a ustedes que Dios puede hacerlo todo de nuevo, que la historia no necesita repetirse, que los recuerdos pueden ser sanados y que los frutos amargos de la recriminación y la hostilidad pueden ser superados, y que puede surgir un futuro de justicia, de paz, de prosperidad y cooperación para cada hombre y cada mujer, para toda la familia humana, y de manera especial para las personas que viven en esta tierra tan querida para el corazón de el Salvador", indicó Benedicto XVI.
Con esas "palabras de ánimo", indicó, "concluyo mi peregrinación a los lugares sagrados de nuestra redención y de nuestro renacimiento en Cristo".
Miles de soldados y policías fueron desplegados el viernes alrededor de la Ciudad Vieja de Jerusalén para la visita papal al antiguo templo, cuya tradición señala el lugar donde Jesús fue crucificado, sepultado y de donde resucitó de entre los muertos.
"Este es el lugar donde todo comenzó, donde el bien derrotó al mal, que es lo que el Papa y todos nosotros esperamos que ocurra en esta Tierra Santa y en todo el mundo", señaló Hans Brouwers, un sacerdote católico de túnica blanca que estaba afuera del templo.
Benedicto XVI también se reunión con los patriarcas de las Iglesias Ortodoxas de Grecia y de Armenia de la ciudad, que forma parte de los esfuerzos de contacto que busca la Iglesia Católica con los cristianos ortodoxos, una labor que el sumo pontífice ha colocado como parte fundamental de su papado.
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